Mientras veía esta obra he pensado que estaba realmente ante un teatro moderno, inteligente y creativo, a pesar de que su propuesta formal pueda asemejarse a otras muchas. Pienso que lo que hace diferente la propuesta de Titzina Teatro es el rigor con el que trabajan y el material de base con el que se enfrentan. Y digo «enfrentan» porque realmente se palpa la lucha que ha habido con los temas planteados, con los sentimientos que se han puesto encima de la mesa de ensayo e incluso con la puesta en escena, que además de gran concentración requiere un enorme desgaste anímico. No quiero explicar mucho la trama, porque una de las mejores cosas del montaje es que permite sumergirte en un mundo muy particular e incluso onírico que, poco a poco, te va mostrando temas reconocibles y cuestiones que tocan muy de cerca. Lo que sí me gustaría comentar es la forma en que lo hacen, que dramatúrgicamente me ha parecido un acierto total. En este sentido, me gusta que la historia del juez joven que tiene que convivir un tiempo con su padre esté condicionada por temas externos (las termitas que acaban desahuciando temporalmente a todo un juez) y dimensionada con elementos espaciales (la distancia que aporta el Planeta Marte, la extrañeza que supone el proyecto Curiosity) o simplemente metafóricos (el gas tóxico que no permite la habitabilidad). Toda una sorpresa la que me han dado Pako Merino y Diego Lorca, dos actores/autores/directores que merecen todo mi respeto desde hoy mismo. No os la perdáis, es de las mejores propuestas de la cartelera.
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