Ionesco es un maestro en mostrar la miseria humana a través del humor absurdo. En esta obra retrata a una pareja de amantes que se encierra en un apartamento para escapar de la amenaza exterior representada por una guerra. Este peligro o enemigo común es lo único que los mantiene unidos en su convivencia. Pasan de flirteos a reproches, cambian de estados anímicos sin orden ni coherencia y discuten largo y tendido sobre temas aparentemente absurdos e irrelevantes. Estos son los sellos de identidad del autor rumano, pero en esta puesta en escena parece que no terminan de estallar.
La directora ha optado por un enfoque convencional, siendo fiel a la obra original y sin innovar con la forma. Quizás hubiese resultado más interesante llevar lo absurdo a todos los aspectos del montaje. Se genera una especie de fricción entre la voluntad de incoherencia del texto y una puesta en escena demasiado racional y rígida que impide que la locura se desate. El punto más lunático se busca a través de unas interpretaciones que pueden resultar un tanto forzadas en ocasiones, acercándose más a lo infantil que a lo absurdo.
En definitiva, una obra de Ionesco que me ha dejado con ganas de ver una revisión más atrevida en lugar de una representación fiel.