La capacidad de sorprender

La Calòrica: De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda

La Calòrica: De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda
11/07/2021

La Calórica lleva años sorprendiéndome y dejándome siempre con la sensación de que todavía no lo he visto todo, de que se guardan un as en la manga para el próximo espectáculo… Los descubrí con Sobre el fenòmen de les feines de merda, y desde entonces les he aplaudido la interesante pero irregular El profeta,  las geniales Fairfly y Els ocells o la felizmente recuperada Feísima enfermedad y muy triste muerte de la Reina Isabel I. Con la obra que nos ocupa hoy han vuelto a provocarme sorpresa y admiración. Y es que no se han conformado con tratar un tema actual y polémico como el cambio climático, sino que han mezclado metateatro, realidad y ficción, falso documental, parodia y una comunidad de vecinos que por sí sola merece, como mínimo, una serie o una obra a parte.

Ya conocíamos la habilidad de Joan Yago de introducir temas sociales desde la vertiente menos esperada. Lo hizo al hablar de los emprendedores con aquel estrambótico producto de Fairfly, y también al tratar la sátira política recurriendo a los «pájaros» de Aristófanes. Ahora ha querido tratar del cambio climático, pero desde el mismo grupo de La Calórica. Se ha mezclado la realidad -la búsqueda de un local de ensayo para preparar el proyecto del TNC- con las vivencias de una comunidad de vecinos y un congreso de negacionistas que se acaba mezclando con la trama. Parecen proyectos diferentes, pero están tan bien ligados que finalmente nadie sale con la sensación de haber dejado ninguna pieza suelta. De hecho, las reacciones del vecindario y de los mismos componentes del grupo teatral son el complemento -y también el espejo- de cómo nos comportamos en la sociedad. Preferimos esconder la mierda, pero la mierda está… y de, tanto en tanto, sale y se esparce.

Si la habilidad de Yago con la dramaturgia está más que probada, la eficacia de Israel Solà en la dirección no se queda atrás. Su trabajo es ágil y seguro, aún manejando una producción mucho más grande y técnicamente más complicada que las anteriores. En cuanto a los intérpretes -magníficos todos- justo es decir que asumen un montón de personajes, algunos de ellos de forma instantánea y sin ninguna caracterización. Muchos de los personajes interpretados -o mejor dicho, imitados- los veremos después en un supuesto video real. El efecto cómico que esto produce despierta, sin ningún tipo de dudas, los momentos más hilarante de toda la función.

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