Si algo caracteriza a las producciones de La Perla 29 es el buen gusto y la dedicación que le ponen a cada proyecto. Alguien podría criticar este gusto por la estética, con un uso preponderante y a veces excesivo de la iluminación y los efectos, pero también es cierto que al final nadie se puede rendir a un producto bien ejecutado. En Dansa d’agost encontramos muchos de los elementos comunes de la compañía, entre ellos una atención especial a la parte interpretativa. Y es que esta obra de Friel no se entendería sin cinco grandes actrices capaces de transformarse en las desgraciadas hermanas Mandy. Marta Marco, Nora Navas, Màrcia Cisteró, Mònica López y Carlota Olcina son el quinteto ideal, muy bien acompañado por el reparto masculino y muy bien dirigidos todos por Ferran Utzet.
Otro de los retos de La Perla ha sido enfrentarse al recuerdo de un montaje mítico del Teatre Lliure, puesto que en el 1993 Pere Planella descubrió a los espectadores barceloneses esta obra de Friel. El reparto, como ya se pueden imaginar, era de escándalo: Anna Lizarán, Emma Vilarasau, Muntsa Alcañiz, Ester Formosa, Anna Güell, Ramon Madaula, Josep Montanyès y Lluís Torner. Creo que es bueno que la compañía vaya encarándose con obras que nadie se atreve a afrontar para no estropear el recuerdo. Lo hicieron el año pasado con Una jornada particular y espero que pronto nos traigan más sorpresas de este tipo…
Por último, recomendar a todo el mundo que acuda al espacio encantador -aunque bastante incómodo, todo hay que decirlo- de la Biblioteca de Cataluña. Podréis disfrutar de las vivencias y peripecias rurales de una familia irlandesa que navega entre la tradición y el progreso, entre el catolicismo y el paganismo, entre el recogimiento y la libertad… Una obra con muchas lecturas que, gracias de nuevo a la dirección de Utzet, sugiere más que muestra. Un espectáculo, en definitiva, que ya deja para el recuerdo la emotiva escena de la danza y el arriesgado y poético final.