Un conmovedor conjunto de aciertos

Dagoll Dagom: Maremar

Dagoll Dagom: Maremar
11/10/2018

Resulta evidente que, después de la ostentosa y fallida Scaramouche, la veterana compañía Dagoll Dagom necesitaba dar un giro de timón. Afortunadamente, la experiencia parece haberlos dotado de buenos reflejos porque la necesaria renovación del grupo ha llegado, con Maremar, de la manera más rápida y efectiva. El espectáculo es un precioso musical creado a partir de las canciones de Lluís Llach (arregladas con gran destreza por Andreu Gallén), que mezcla el drama contemporáneo de los refugiados con la historia de Pericles escrita por Shakespeare. Todos estos elementos que, sobre la mesa podrían parecer tan interesantes como difíciles de conectar, han encontrado una magnífica cohesión encima del escenario: natural, casi mágica. El montaje transmite una gran frescura, en gran parte, gracias a un reparto de jóvenes intérpretes que actúan, bailan y cantan con una energía tan emocional como entusiasmante. En este sentido, las poderosas coreografías diseñadas por Ariadna Peya también se llevan gran parte del protagonismo y son la guinda de un pastel donde todos los factores juegan en el mismo equipo. Hay que señalar, sin embargo, que la insistencia en utilizar fotografías de refugiados de la vida real traspasa de largo los límites de la sutileza y carga de un cierto sensacionalismo una historia que, en realidad, podía ser capaz de hablar por sí misma. Además, narrativamente, la propuesta pierde ritmo a la segunda mitad y, durante algunas escenas, le cuesta un poco remontar. A pesar de esto, la belleza de las canciones, las proyecciones y la iluminación, la austera puesta en escena y la delicadeza del canto a capela consiguen conmover incluso al espectador más frío, sea (o no) aficionado a Shakespeare o Lluís Llach. Y esto, sumado o todas las virtudes antes mencionadas, tiene un valor con el que pocas veces nos encontramos.

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