Un día cualquiera se puede convertir en un punto de inflexión. En un instante la vida puede dar un giro y ponerlo todo bocabajo. Los cambios pueden ser sutiles o estrepitosos, pero marcan el futuro inmediato en un momento.
Eddie es un camionero en paro que se reencuentra con su exmujer, Ani, cuando ella se ha quedado tetrapléjica después de sufrir un accidente. John, con parálisis cerebral, contrata a Jess, pluriempleada, como cuidadora. Los cuatro se van acoplando a la vida y maneras de hacer de los otros. Y quien cuida, parece ser, que quizás debería ser la persona cuidada.
El relato va formándose con saltos entre los dos binomios, cambiando de ubicación mientras la trama va avanzando y acercando las vidas de los cuatro. Unas historias humanas y bien reales que captan y emocionan al público, con unas interpretaciones impresionantes que cuentan con un trabajo enorme detrás.
Pau Roca (John) y Anna Sahun (Ani) se transforman en sus personajes con integridad y fidelidad, sus cuerpos hablan cuando a ellos no les salen las palabras, mostrando un trabajo impecable para ser rigurosos en el momento de trasladar la experiencia real de personas en la situación que interpretan. Julio Manrique (Eddie) transmite el caos vital que provoca estar perdido y no saber hacia donde tiene que ir su vida. Intenta recuperar aquello perdido, mientras se da cuenta que se le escapa entre los dedos. Katrin Vankova es toda una revelación, aguanta estoicamente como Jess el peso de la responsabilidad de ser la proveedora del bienestar de su familia, y con su mirada muestra el cansancio y la desesperación de no ver una salida al día de mañana, así como también, de vez en cuando, se entrevé una chispa de esperanza. No sentirse solo/a y tener a alguien es el deseo que no se atreven a pedir ninguno de los cuatro.
Pau Carrió (director) exprime el texto de Martyna Majok dirigiendo unas interpretaciones sublimes, que no buscan ni el exceso ni el sensacionalismo, solo quieren explicar una realidad.
El texto tiene en la puesta en escena un marco exquisito, un único espacio con cuatro elementos que pueden modificar en tan solo dos segundos el lugar donde compartir historias, miedos y recuerdos. ¡Quién diría que puede nevar tan bien dentro de un escenario!
Con relatos así el teatro muestra historias que son una ventana abierta a realidades obviadas, un espacio libre donde narrarlo absolutamente todo.