Tenemos la gran suerte que, de vez en cuando, la escena catalana reserva un espacio para un montaje de Goldoni. Y tenemos también la gran suerte que a lo largo de los años hemos visto adaptaciones realmente meritorias, capitaneadas por directores que han aportado toda su sensibilidad y toda su experiencia escénica: Lluís Pasqual (Un dels últims vespres de Carnaval), Sergi Belbel (L’hostalera, L’estiueig), Luca Ronconi y Ariel Garcia Valdés (La serventa amorosa), Pau Carrió (L’hostalera), etc. Oriol Broggi se enfrenta ahora a este autor con todo el bagaje de La Perla 29, pero también con la herencia del Teatro Lliure y de tantos y tantos montajes que nos han sorprendido y cautivado.
Esta nueva adaptación luce por su sencillez, su austeridad formal, pero sobre todo por el protagonismo que se da a las interpretaciones y al ritmo de la pieza. Desde su comienzo seguimos con interés la presentación de personajes, sus entradas y salidas, las diferentes escenas a dos o a tres… No hay nada que sobre ni que falte. Tenemos unos personajes creíbles, de carne y hueso, tal como pide Goldoni. Y también tenemos sus momentos de farsa –incluso de clown- y sus momentos de comedia amarga, casi agridulce, que el autor nos regala en cada una de sus obras. Son aquellos momentos en que los personajes reconocen sus límites y renuncian al amor romántico o a las relaciones imposibles… Goldoni, a pesar de la herencia de la commedia dell’arte, siempre hace tocar a sus personajes de pies al suelo, consiguiendo un realismo que choca con la trama de enredos pero que dota a sus textos de una calidad y una verdad deslumbrantes.
Otro de los grandes aciertos de este montaje es haber desnudado el espacio de la Biblioteca y hacerlo lucir con lo mínimo. Las ventanas, los muros de piedra, la tarima de madera y cuatro muebles de época son suficientes para darnos el marco ideal. Si encima lo acompañamos de un vestuario también sencillo, pero funcional y sin estridencias ni innovaciones innecesarias, ya lo tendremos casi todo para que los actores y las actrices salgan y se luzcan. Y lo hacen, ya lo creo que lo hacen. Podríamos decir que se trata de un reparto redondo, con una Mireia Aixalà magnífica y pletórica, muy bien secundada por Xavier Boada, Rosa Gámiz, Joan Arqué Solà… y todo el resto.