Hay una raza de actores y de actrices que a pesar de los años no dejan de arriesgarse en los escenarios ni de explorar nuevas fórmulas. Lo hemos visto con Ernesto Alterio, con Núria Espert… y ahora le toca el turno a Concha Velasco, otra artista incombustible que, no contenta con la fama que la precede, se ha atrevido con un monólogo complicado y realmente exigente. Lleva dos temporadas interpretando a una de las reinas más controvertidas de la historia de España y se la ve feliz, quizás porque sabe que se trata de un vehículo de lucimiento que le permite mostrar muchas de sus cualidades interpretativas. Y es que es difícil encontrar una actriz con una carrera tan variada y ecléctica como la de ella… Empezó protagonizando comedias románticas en el cine de los cincuenta para pasar después a hacer revistas, teatro musical o programas de televisión. Sería ya con una cierta edad que llegarían lo papeles dramáticos a su altura, que iría combinando con todo aquello que se le pusiera por delante.
Reina Juana es un texto de Ernesto Caballero que, como otros que hemos ido viendo las últimas temporadas, se centra en un personaje histórico para darle la vuelta y mostrar una imagen completamente diferente. En este caso se intenta destruir la imagen romántica de una reina que no enloqueció de amor, sino que sobrevivió al poder y a las intrigas de su padre, de su marido y de su propio hijo. Un personaje que fue enterrado en vida en el Palacio de Tordesillas sólo porque molestaba. Es cierto que la información aportada por Caballero nos hace creíble la historia, pero también tenemos que reconocer que el texto se hace demasiado largo y que a ratos utiliza un lenguaje excesivamente enfático o literario. Suerte de la absoluta generosidad de la Velasco, que salva cualquier frase con la experiencia que dan los años y las mil y una aventuras interpretativas. En definitiva, un montaje correcto que nos permite disfrutar, una vez más, de una gran actriz.