Cinco mujeres relatan encima de un escenario sus peripecias como inmigrantes en Grecia. Se dedican a limpiar casas, oficinas o teatros, y todas coinciden en las dificultades para sobrevivir en un país que, en un momento u otro, les ha sido hostil. Es cierto que hablamos de Grecia, pero sería hipócrita pensar que esto no pasa aquí o en cualquiera otro país europeo. De aquí viene la grandeza de sus intervenciones, de aquí surge la empatía con el público y la transversalidad del mensaje. Ahora bien, el teatro documental -muy de moda en los últimos años- no deja de ser teatro, y aquí es quizás donde Clean City no acaba de dar la talla…
Las cinco mujeres protagonistas, que no son actrices profesionales, son realmente lo mejor de la pieza. Pero, ¿qué habría pasado si las hubieran dejado más libres? ¿Y si el discurso no hubiera sido tan estructurado y ceñido? Seguro que también habría ayudado que pudieran jugar más con un espacio escénico que aquí sólo es un decorado de fondo, e incluso habría ayudado que el vídeo se utilizara con más ingenio y que se hablara más profundamente de temas que a veces sólo quedan apuntados. No niego el valor de un espectáculo como este, que lo tiene, pero sí pienso que hemos visto envoltorios mejores a piezas de teatro testimonial… y sin ir más lejos, en producciones propias.