Después de dirigir la comprometida Fusells de Bertolt Brecht bajo el eslogan “no se puede ser neutral”, el director y dramaturgo Dani J. Meyer continúa en una línea de teatro social muy saludable para los tiempos que corren. Abans es un espectáculo estructurado casi por completo en dos monólogos que presenta la historia de dos hermanos maltratados por problemas económicos y desgracias familiares y la forma en cómo afrontan, a partir de entonces, sus vidas. El personal texto de Meyer describe de forma cercana las dificultades de algunos jóvenes para mirar hacia adelante cuando el futuro muestra un camino difícil y el pasado está lleno de heridas. Las buenas intenciones de la propuesta (con recogida solidaria de ropa incluida) se ganan fácilmente la complicidad del espectador. Por otro lado, el espacio escogido (las galerías Maldà) aporta una proximidad y un realismo que juegan muy a favor de la historia y demuestran la inteligencia de Meyer como director. También el trabajo interpretativo de Laia Pellejà y Marc Pociello está a la altura de las circunstancias, aportando carisma y verosimilitud a sus personajes y haciéndolos, en definitiva, fáciles de querer. Sólo en el tramo final es donde se tambalea el montaje, precipitándose con hechos poco creíbles y unas conclusiones algo precipitadas. Aun así, y teniendo en cuenta que los soliloquios a veces se pierden un poco en la anécdota, la obra resulta emotiva, honesta y muy consciente de sí misma. Además, como ejercicio de denuncia y reflexión, es efectivo, lejos del aleccionamiento en el que podía haber caído y ha evitado con gran destreza.
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