Una vieja y conocida historia

Casa Calores

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Casa Calores → Sala Beckett
13/04/2024 - Sala Beckett

Pere Riera es uno de los autores más interesantes y exitosos de su generación. Quizás no es de los más prolíficos, ni tampoco de los más innovadores dramatúrgicamente hablando, pero su estilo llega siempre al público de forma directa y acertada. Éxitos como Desclassificats, Barcelona, Infàmia o La dona del 600 así lo avalan. Esta vez nos presenta un texto ya antiguo, del que se habían hecho varias lecturas dramatizadas pero que nunca había llegado al escenario. Casa Calores es un texto nostálgico que gira entorno a una casa y, por supuesto, de la familia que la habita. Un texto costumbrista que nos recuerda las primeras épocas de Benet i Jornet o alguna de las obras de Jordi Casanovas, como por ejemplo Vilafranca.

La gran virtud de Casa Calores es la facilidad que tiene para acercarnos unos personajes, e incluso unos paisajes y unos olores, que reconocemos enseguida. Quien más quien menos ha soñado y ha hecho planes de futuro en una azotea, se ha enamorado de quien no tocaba o ha cometido errores de juventud que tarde o temprano han acabado pasando factura. Pero el precio de todo esto es que un espectador o espectadora experimentados adivinarán rápidamente los posibles giros de la historia, que al fin y al cabo no dejan de ser los habituales de muchas vidas cotidianas. Por lo tanto, estamos ante una obra cálida, emotiva, pero también previsible y bastante convencional.

Lo que más me ha sorprendido de la obra es la diferenciación entre el mundo de los adultos y el de los jóvenes. Cómo si fueran casi dos obras paralelas, vamos descubriendo la vida de unos chicos y chicas mientras una madre y un amigo de la familia van apareciendo entre escena y escena como si fueran los testigos o los narradores involuntarios de todo lo que tiene que suceder. El hecho que se haya escogido a dos espléndidos veteranos como Rosa Renom y Jordi Boixaderas para interpretar estos personajes todavía agranda más la distancia, puesto que por bien que lo hagan los cuatro jóvenes (Emma Arquillué, Júlia Bonjoch, Arnau Comas y Eudald Font) hay un tema de experiencia –e incluso de ritmo interno- que no acaba de encajar del todo.

A pesar de que se hubiera podido sacar más partido a una trama como esta, podemos asegurar que Casa Calores funciona en muchos sentidos y casi seguro que conseguirá una buena respuesta del público. Solo por ver la escena final entre madre e hijo, con una magnífica y sutil interpretación de Renom, ya merece la pena pagar el precio de la entrada.

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