Explosión musical de Carrie White

Carrie, el musical

Carrie, el musical
03/12/2018

A estas alturas ya todo el mundo sabe que nos explica la historia de Carrie White, plasmada en la novela de Stephen King en el 1974. Puede ser por la lectura del texto original, por sus versiones cinematográficas de Brian de Palma (1976), David Carson (2002), Katt Shea y Robert Mandel (1999) o la de Kimberly Peirce (2013), o por el musical de Broaway. Precisamente, el musical estrenado en el 1988 es el punto de partida de la versión que la productora Eleven O’clock Produccions ha elegido para hacer su propio musical.

El hecho de partir de una historia más que conocida por todo el mundo tiene sus dificultades y sus hándicaps, ya que el espectador tiene su recuerdo marcado en el cerebro y puede tener ciertas reticencias a ver una versión que dista, de cualquier manera, de su idea de la historia. En esta ocasión, el montaje está muy trabajo, especialmente en la parte interpretativa y musical, i este plus se nota en toda la obra, creando un vínculo intenso con el público.

Evidentemente, los momentos más esperados de la obra son los duelos dialécticos y musicales entre Carrie White y su madre Margaret. Georgia Stewart y Anna Valldeneu se arrancan el alma en cada palabra, cada nota y, con esta fuerza, nos ponen en tensión en cada encuentro. De la misma manera, sus capacidades vocales dejan con la boca abierta al espectador en cada intervención, sin poder reprimir el aplauso merecido después de sus interpretaciones. Especialmente sorprendente es la fuerza y pasión que destila Stewart, la chica inocente que va evolucionando hasta ser la responsable de su propio destino. Interpretación sublime y cargada de matices. Valldeneu, por su parte, y como ya nos tiene acostumbrados, se deja la piel en cada movimiento, texto o nota que sale de su cuerpo, haciendo revivir aquella madre odiosa que todos deseábamos ver pasándolo mal en las otras versiones de la historia.

Laura Dorca, como Sue Snell, la narradora de la historia, lleva a cabo su objetivo con una buena interpretación, aunque a veces con un punto de emoción sobrepasada que no acaba de concordar con el momento de la historia. Eso sí, en el momento de clavar las notas de sus canciones deja al público enganchado en la silla, disfrutando. De la parte masculina, Mikel Herzog, que interpreta a Tommy Ross, pareja de Sue, aunque tiene pocas intervenciones –como manda el texto- destaca especialmente por encima del resto de actores en sus momentos musicales.

El Teatro Gaudí, que acoge esta obra, tiene ventajas e inconvenientes: por un lado su espacio reducido ayuda a crear una atmosfera íntima y eficaz con pocos elementos en la puesta en escena, pero al mismo tiempo es un riesgos por su sonoridad, ya que no siempre se escucha de la mejor manera para realizar musicales. Esto es, de hecho, seguramente, el único inconveniente que se le puede hacer al espectáculo, y es que el hecho que, a veces, las canciones no se escuchen bien hacen perder el hilo del texto y de la narrativa. Aun así, los pocos elementos utilizados en cada escena y el juego de luces y focos, consiguen crear un ambiente tenso durante toda la obra, que acaba con su explosión final. La evolución de la historia se va sucediendo de una manera natural, creando un ritmo preciso, de acuerdo con el tono y la voluntad de la obra.

Una historia conocida, desde un punto de vista diferente, que hará disfrutar al espectador con unos números musicales bien trabajados y con un reparto de actores jóvenes que muestran un gran talento en cada paso que hacen.

← Volver a Carrie, el musical

¡Enlace copiado!