Un canto teatral a la narrativa poética

Canto jo i la muntanya balla

Canto jo i la muntanya balla
31/07/2022

Cuando la Biblioteca de Catalunya abre sus puertas, algo mágico está a punto de suceder. Y si el teatro aporta además su intrínseca dosis de magia, la experiencia es doble. La Perla 29 produce la adaptación teatral de la obra de Irene Solà, un canto a la naturaleza con mil caras, donde el ser humano es un elemento más, donde todo puede cambiar por un rayo, la lluvia, unas setas, un animal que te sea fiel, o uno que puede atacarte en cualquier momento. Un éxito editorial que rompió moldes y que mereció varios premios, entre ellos, la cuarta edición (2019) del Premio Anagrama y uno de los 13 Premios de Literatura de la Unión Europea 2020, que se conceden a obras de autores emergentes. El jurado valoró «la riqueza, naturalidad y expresividad de su lenguaje, la forma poética e imaginativa de contar una serie de historias situadas en un entorno natural y fronterizo, a través de varios narradores, algunos inesperados. Una novela que combina belleza y dureza, con un universo propio narrado en un estilo vigoroso y asombroso. Una obra que nace también del carácter interdisciplinar de su autora: poeta, narradora y artista plástica». La dirección de Guillem Albà y Joan Arqué, surgida a partir del interés que la lectura del texto suscitó en su momento, aglutina talento para aportar nuevos valores y matices al espectáculo. La banda sonora, compuesta por Judit Neddermann en su primera experiencia en el mundo teatral, es una joya. La escenografía, con elementos naturales que te sitúan en el contexto de la historia (enmarcada por la belleza del espacio), corre a cargo de Alfred Casas, titiritero, constructor de máscaras y escenógrafo muy vinculado al teatro familiar en Cataluña ( El Estaquirot Teatro, Farrés Brothers o Teatro Desnudo). Él mismo firma los fantásticos títeres del montaje. La madera, la arena, las ramas, el uso ágil de los espacios y los pocos recursos escenográficos, el acompañamiento de la guitarra o el contrabajo en varias escenas en las que la música incrementa la ilusión poética de la obra, son elementos muy bien ajustados, bien ligados y que ayudan a centrar la atención en el texto, que transita lento y con fluidez, y que te transporta a un universo en el que no sólo las personas juegan un papel.

La muerte (las muertes), la brujería, las mujeres de agua y otros elementos propios del mundo oculto, la tradición y las creencias propias de la zona donde se desarrolla la acción añaden la presencia de la irracionalidad, del misticismo. Con ellos, la carga simbólica propia del texto toma forma y te hace sentir, en parte, como el excursionista que en la escena muestra la dificultad de captar y comprender la esencia de un lugar al que no perteneces. Los actores y actrices demuestran un dominio escénico que facilita el tráfico entre actos, aportando, cada uno a su manera, una carga emocional que te acompaña y te mantiene alejado, como espectador, fuera de los parámetros y referencias del mundo real. Desde mi punto de vista, esta aportación es irregular, y depende en exceso del intérprete. El conjunto es excelente, pero existen detalles en la actuación de algunos actores y actrices que no permiten disfrutar de forma llena del montaje por diferentes motivos. La situación de los espectadores en el espacio hace difícil la comprensión del texto si la actriz está de espaldas y si, además, su dicción no está suficientemente clara. El texto requiere mucha atención, concentración, y debe admitirse que no siempre es posible si la voz no llega con claridad. Es un factor importante, perfectamente detectable y, obviamente, corregible. Añadiría una pequeña crítica personal a la interpretación de alguno de los actores, especialmente en momentos de intensidad emocional que requieren que el texto fluya, que no se vierta de forma sincopada, a veces, casi, porque resulta entonces artificial e impostado. O eso o alguna interpretación masculina plana, poco a la altura de la intensidad y vivencia de la actriz con la que mantiene diálogo. Pequeños matices y puntualizaciones, hechas a nivel personal, que para nada suponen una rebaja de la categoría de un espectáculo que, como todas las críticas dicen, es imprescindible y necesario para dar un empuje diverso y de calidad a nuestra realidad teatral. Un canto teatral a la narrativa poética.

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