De entre las numerosas historias que nos han ido llegando en los últimos años (teatrales y cinematográficas) inspiradas por la crisis económica, Bangkok es, probablemente, la que mejor acierta en la elección de su escenario. Este texto de Antonio Morcillo López, quien también dirige el montaje, sitúa la acción en un aeropuerto abandonado desde el que ya no despegan aviones. La fuerza de esta metáfora resulta lo bastante atractiva para sostener el interés en una conversación llena de metáforas que mantienen los dos personajes que allí se encuentran. El espectáculo tiene elementos de comedia, drama social y thriller pero, en realidad, ninguno de los tres géneros acaba de cuajar del todo en esta propuesta con ideas interesantes y un desarrollo narrativo desigual. Afortunadamente, la puesta en escena está muy bien resuelta y los dos actores (Carlos Álvarez-Nóvoa y Dafnis Balduz) forman un dúo interpretativo formidable. No obstante, las diferentes lecturas que insinúan los diversos giros de la trama caen en algunos tópicos y acaban para confundir el espectador más que no intrigarlo o sorprenderlo con solidez. Es en estas ocasiones cuando se echa de menos la precisión en la dramaturgia de otros autores como Jordi Galceran o Jordi Casanovas, no siempre merecidamente reconocidos por la crítica.
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