En tu último suspiro, antes de morir, ¿podrías decir que ha valido la pena vivir? Esta pregunta, y otras, llegan en algún momento a tu cabeza, sin avisar y en un momento, normalmente, difícil y crucial. A los dos personajes de esta obra, esta valoración personal se les presenta una determinada noche después de un cúmulo de consecuencias que les harán plantearse si haciendo balance de su vida el resultado es positivo.
Todo empieza cuando Helena, una abogada de divorcios, y Bob, que malvive haciendo trabajos ilegales, se conocen en un bar. Ella hace tiempo que trampea con una relación con un hombre casada y, precisamente, esta noche ha empezado a plantearse una situación que le puede cambiar la vida para siempre. A él, que de joven quería ser escritor, la vida y sus acciones le han llevado a sobrevivir como puede haciendo trabajos para un mafioso. Mientras él está en medio de uno de estos trabajos, se encuentran en este bar y deciden pasar la noche juntos, emborrachándose y olvidándose del mundo. Como era de esperar, esta velada les comportará consecuencias. Se conocerán y compartirán confidencias que solo un extraño podría escuchar sin juzgar.
Con un texto ágil, divertido y fresco, este espectáculo “con canciones” engancha desde el primer momento en que intérpretes y músicos suben al escenario. La química entre la pareja protagonista, interpretada por Marta Bayarri e Iván Massagué, traspasa el texto y el escenario. Massagué consigue que el público sienta empatía por su personaje y lo acompañe en su descubrimiento personal. Hecho un lío, con un futuro incierto y sin una idea clara de cómo afrontará el mañana, Bob nos enamora con su espíritu, su gracia y, por qué no decirlo, con su estilo musical. Bayarri desaparece detrás de Helena. La perdemos y solo vemos a esta mujer luchadora que después de trabajar por un futuro profesional claro, se da cuenta que se ha perdido la vida y sus deseos personales y emocionales. Dos actuaciones intensas y divertidas al mismo tiempo, que nos hacen reflexionar y situarnos en los zapatos de los personajes, convirtiéndonos, por un momento, en un personaje más de la ficción.
Un gran acierto de esta producción es la música y el hilo musical de Aurora Bauzà y Pere Jou. Las letras de las canciones acompañan el texto con un aire humorístico, al mismo tiempo que consiguen dar un punto de vista tierno y reflexivo. Al descubrimiento de las capacidades musicales de Massagué y Bayarri, se suma el gran papel de Bauzà y Jou –aún tengo los susurros de Jou en la cabeza-.
Por cierto, atentos a la pantalla principal porqué los conocimientos sobre la historia musical de los artistas escoceses es otro de los atractivos de esta obra, ¿o pensabais que solo disfrutaríamos de la música sin aprender nada más?
Un seguido de elementos, interpretativos, musicales y también escénicos, que David Selvas sabe dirigir, como ya me tiene acostumbrada, haciendo de la sencillez más real su arma principal. Historias personas reales, con inquietudes y pensamientos que pueden ser compartidos por cualquiera, vestidas con una producción directa y atractiva. Todo esto hace que ya esté esperando, con muchas ganas, el próximo proyecto que me hará vibrar.