Amèrica, de Sergi Pompermeyer i dirección de Julio Manrique, es una brillante reflexión sobre el pasado esclavista de Catalunya. Una familia se reúne para celebrar la Diada y el cumpleaños de su hijo cuando éste se presenta con su pareja negra. A partir de aquí, la obra transcurre en dos líneas temporales; la contemporánea y la Cuba del siglo XIX.
La línea contemporánea arranca como una comedia llena de sarcasmo y diálogos ácidos. Siguiendo el tono de series como Succession o The White Lotus, donde los privilegios de los personajes sirven como punto de partida para una comedia que se ríe de lo miserables que pueden llegar a ser los más poderosos. No obstante, el drama asoma conforme destapamos el pasado esclavista de esta familia y explota cuando se empiezan a intercalar las escenas de Cuba, donde a través del personaje de Amèrica, el autor ha aglutinado varias historias reales de esclavos.
Las interpretaciones están todas acertadísimas. Destacando a Joan Carreras y Tamara Ndong por su capacidad dramática y Mireia Aixalà como gran alivio cómico del reparto. El espacio sonoro y la iluminación ayudan a construir este viaje que acaba siendo también un recorrido hacia nuestra conciencia colectiva. Porque es fácil reconocerse como país oprimido, pero todavía cuesta identificarse en nuestro pasado opresor.