No sabemos hasta qué punto Lewis Carroll se podía imaginar que el personaje de Alicia que creó a mediados del siglo XIX tendría un impacto tan fuerte en la cultura popular. Innumerables manifestaciones artísticas se han inspirado en ella y su país de las maravillas imaginario convirtiéndola en uno de los iconos más importantes de la literatura moderna. La compañía Menú Teatral se suma a la gran cantidad de obras, pinturas, películas, poemas y canciones basadas en este libro con una propuesta que resulta un muy interesante laboratorio teatral. Sin demasiado interés en encontrar nuevas lecturas del texto original, este montaje dirigido por David Maqueda encuentra, desde la fidelidad a su universo absurdo, una gran cantidad de juegos actorales, secuencias físicas originales, un sugerente uso de los objetos y una gran compenetración de grupo. La dramaturgia de Pablo Ley centra su interés en el factor poético del ilógico contenido de las novelas, resaltando la belleza oculta de algunos diálogos, frases y pasajes. En conjunto, el espectáculo está, quizás, más cerca del homenaje que de una adaptación que aporte alguna novedad o trascendencia pero, sin embargo, es satisfactorio, divertido y lleno de buen gusto. Los cinco intérpretes han encontrado el punto justo entre el histrionismo y la delicadeza, y tienen un buen entendimiento de equipo encima del escenario. Por último, hay que destacar, especialmente, un diseño de escenografía y de atrezzo muy cuidado e imaginativo que ayuda a entrar más rápidamente en este (siempre cautivador) mundo de fantasía.
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