Un día de matanza en un pueblo de ses illes. Un acorador que se multiplica en decenas de personajes, todos presentes en esta fiesta casi atávica, primitiva. Una jornada que sirve a Toni Gomila -autor y actor de la pieza- para reflexionar sobre el carácter de los mallorquines y sus contradicciones. Un texto delicioso que nos acompañará hasta el corazón de los baleares, con sus miedos, sus nostalgias de un pasado que se adultera a marchas forzadas y sus amargas reflexiones sobre el presente, y principalmente sobre el futuro. Una auténtica fiesta de la interpretación, con un Gomila inmenso, pero auténtico y sincero como los personajes que representa. En definitiva, una hora escasa de buen teatro, hecho desde el amor a una tierra y a una gente; un teatro que nace de la necesidad, sin buscar efectismos, elogios y ni siquiera aplausos; un teatro que reflexiona y hace reflexionar, pero con toda la sabiduría que sólo unos pocos actores saben aprovechar. Recomendable para todos los que quieran dejarse llevar por un torrente de palabras acertadas y precisas, pronunciadas con un acento mallorquín que llega al corazón.
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