“Hell is empty and the devils are all here.”
Esta es una buena manera de explicar cualquier historia en el pasado y en la actualidad, porque al final los relatos que hablan de muerte, venganza y sangre son tan prolíficos como los de amor. La épica en las narraciones que hablan de traición y personas malvadas parece que siempre superan el paso del tiempo, y son una ayuda, a veces, para poner en contexto momentos actuales de manera más literaria.
A Macbeth song recoge el clásico de Shakespeare sobre el soldado que atraído por la ambición -y la predicción de una brujas- sucumbe a la traición para conseguir ser rey de Escocia. Por el camino, aquel hombre respectado y valorado irá decrepitando su imagen ante sus amigos y súbditos.
Oriol Broggi hace una relectura de este relato épico con la implicación del grupo londinense The Titer Lillies. El montaje traslada a un mundo onírico y fantasmagórico, que tiene una escenografía que emula, en cierta manera, a una compañía de teatro ambulante del siglo XV que explica, a través de sus juglares y unos clowns, la historia de Macbeth y su ambición.
Unas proyecciones en las paredes que ayudan al relato, mezclan fragmentos de las películas de Roman Polanski (1971) o Akira Kurosawa (Trono de sangre, 1957), con imágenes de los intérpretes que narran la historia y los subtítulos -la obra es inglés-. Este diseño audiovisual conforma un marco especial y único para esta obra. Toda esta puesta en escena engulle a la espectadora y, junto con la músia, la va induciendo al mundo de la muerte y los remordimientos.
Espectacular la actuación de The Tiger Lillies, a nivel musical y de interpretación, esto es seguramente lo más atrayente de la producción. No es solo que su instrumentalización y las canciones sean adecuadas y un acompañamiento perfecte al relato, es que la interpretación de sus tres componentes traspada la mera actuación y se transforman en los seres premonitorios de toda la historia. Una maravilla.
Andrew Tarbet, Enric Cambray y Màrcia Cisteró no se quedan atrás. Como actores i actrices de esta compañía juglar, van adoptando los papeles necesarios para la narración, trasladándose de un personaje a otro con destreza y una gran entrega. Especialmente divertidos son los momentos en que la comicidad entra en el escenario para romper el drama y otorgar aire a la escena. Momentos hilarantes que el público agradece y que los interpretes introducen con facilidad y de manera orgánica.
Una experiencia especial que tiene una propuesta diferente al habitual, que apuesta por demostrar que cualquier texto tiene mil lecturas y que siempre se puede dar una vuelta más cuando la materia prima es tan potente como un texto de Shakespeare.