Desconozco el motivo, pero de unos años para acá el escritor austríaco Stephan Zweig ha sido objeto de nuevas biografías, obras de teatro, películas… e incluso el musical que ahora nos ocupa. Un musical que coge una obra de 1929 y la transforma en una pequeña pieza de cámara para tres actores y tres músicos. De entrada no era una adaptación fácil, puesto que las obras de Zweig tienen una carga psicológica y una profundidad argumental que quizás se pierden si nos quedamos sólo con la anécdota de la historia y en la ambientación de toda novela burguesa de principios del siglo XX. Vemos que los adaptadores se han esforzado al mostrar diferentes escenas y ambientes… pero parece que por el camino han quedado los valores primordiales del texto, o al menos se han visto relegados a un segundo término. Supongo que las canciones y el trabajo musical en general -a pesar de que son de una gran corrección- no acaban de ayudar. Es cierto que los actores se esfuerzan y que Sílvia Marsó, en particular, se juega el todo por todo, pero los temas musicales son poco pegadizos y dan pie a una interpretación afectada y poco natural. Por otro lado, la escenografía y el vestuario que acompañan la pieza aportan lo que se pretendía, y la factura global del producto acaba aprobando con nota… En definitiva, un espectáculo que no ha sabido llegar a lograr sus objetivos, a pesar de tener elementos que lo enfocaban para conseguirlo.
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