Los cuentos, mitos y leyendas tradicionales, pasados por el filtro de las películas musicales de Walt Disney, han influido a varias generaciones de jóvenes que tanto las han disfrutado como se han sentido prisioneros de esa visión de las cosas. Es de este modo como muchos nuevos creadores o creadoras sienten la necesidad de romper con esta herencia cultural, en primer lugar, como gesto de madurez (dejando así el niño sin mirada crítica atrás) pero también, por otro lado, superando sus clichés románticos, sexistas y anticuados. En Pocahontas o la verdadera historia de una traviesa, nos explican que, además, en este caso, tratándose de una historia real manipulada por intereses imperialistas, resulta todo ello mucho más perverso. De este modo, Barbara Mestanza intenta explicar el verdadero relato de Pocahontas, dándole la vuelta al símbolo, liberarla y hacer justicia, en nombre, al mismo tiempo, de todas las mujeres. El espectáculo es atrevido, entretenido e interesante. En algunos momentos, puede resultar un poco estridente, puesto que dedica más atención a expresar el enfado que a construir alguna reflexión más profunda. Algunas de sus ideas escénicas funcionan pero otras son solo acciones algo aleatorias. En cualquier caso, el montaje tiene un buen ritmo y resulta fácil empatizar con la postura artística de Mestanza, su cabreo y su rabia para, finalmente, acompañarla con satisfacción en su valioso empoderamiento.
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