La vida es una constante transformación, alrededor de una persona o en su interior. Los cambios se producen normalmente por un crecimiento personal o social y como adaptación a todo aquello que envuelve a cualquiera. A veces, se necesita un empujón para conseguir marcar la diferencia entre el antes i el ahora. A menudo, y más hoy en día, no siempre quien influye en estos cambios desea realmente el bienestar propio de la persona que ha tenido esta transformación.
Adam es un estudiante universitario que conoce a Evelyn mientras trabaja de vigilante en un museo. Ella es una estudiante de arte a quien le gusta provocar cambios allí por donde pasa y deja su huella en la sociedad. En principio no tienen nada que ve, pero empiezan a salir y Adam va introduciendo pequeñas modificaciones en su día a día que le reportan beneficios personales. Jenny y Phil, amigos de Adam, empiezan a ver la repercusión de estos cambios y no están seguros que les gusta esta nueva versión de su amigo.
Como una comedia ácida y ágil, esta obra tiene un trasfondo complejo sobre los fines y sus medios que hacen reflexionar. Aún siendo divertida y arrancando más de una sonrisa, deja también un poso amargo en la mente que hace que la espectadora intente no juzgar, mientras lo hace irremediablemente, a más de un personaje. Y no quiere emitir un juicio porqué seguramente ve en algunas de estas acciones que se exponen un reflejo de su propio comportamiento en más de una ocasión. Justifica los pasos hechos por uno o dos personajes, especialmente el de Evelyn, dulcificando sus motivos principales.
Texto rápido de Neil Labute, magníficamente adaptado por Marc Rosich, que entre broma y broma, va impartiendo reflexiones que provocan parte del debate que se produce fuera del teatro.
Francesc Marginet es un revulsivo en esta narración. El público lo acompaña en su transformación con esperanza y sufrimiento. Su mimetismo con Adam es total, y con su posado gracioso, al mismo tiempo que melancólico y optimista, se gana a la espectadora, adoptándolo en su universo personal de personajes a cuidar. A su lado, Laura Porta es un torbellino de fuerza que da a Evelyn el empaque preciso para su desarrollo. Jordi Andújar y Rafaela Rivas dotan a sus personajes de la actitud adecuada para compartir conflictos y dramas.
Montaje lleno de ritmo, con mil versiones de Wonderwall (¿hay una playlist hecha que se pueda consultar?) y un reparto con muy buena química componen la fórmula perfecta para hacer de este espectáculo un entretenimiento que se hace corto y que anima a una charla posterior con las compañeras de butaca.