El autor y director norteamericano Neil Labute vuelve a aparecer en nuestra cartelera. Y es curioso que hayamos tenido que esperar tanto, puesto que a principios de siglo llegó a ponerse muy de moda. De hecho, en el 2008 Julio Manrique se estrena como director con La forma de las coses, para repetir poco después con la exitosa y premiada Coses que dèiem avui. Unos años más tarde sería la compañía Sixto Paz la que se atrevería con Pretty. Eran obras que habían sido escritas alrededor del año 2000 y que conservaban un espíritu y una forma de hacer muy de la época. Ahora mismo no es que hayan pasado de moda ni estén desactualizadas, pero quizás muestran un tipo de teatro que no vemos tan a menudo como antes y que presenta unas características muy marcadas. Un teatro de diálogos afilados, que mezcla situaciones a veces dramáticas o sórdidas con un sentido del humor muy especial. Un teatro irónico y desenfadado que a menudo deja cierto poso de desesperanza.
En la versión actual de La forma de las coses, el dramaturgo y director Marc Rosich ha optado de una forma muy clara por la comedia. No es que haya olvidado la parte oscura del proyecto (los personajes son lo que son, y hacen lo que hacen) pero quizás ha potenciado en exceso algunos momentos o algunos roles. Aun así, la brillante dramaturgia de Labute no se resiente ni se encalla, sino que brilla en los momentos en que lo tiene que hacer y nos brinda escenas memorables. En esto también tiene que ver la buena química existente entre los protagonistas que encarnan Laura Portas y Francesc Marginet, bien secundados por Jordi Andújar y Rafaela Rivas. El montaje se remata con una escenografía que todo el rato nos remite a una sala de arte -la exposición pública de los personajes es uno de los temas de la obra- y con un excelente diseño de luces de Daniel Gener.