¿Quién no desearía ser recordado para siempre?
Eróstrato, un pastor de la Antigua Grecia,incendió el templo de Artemisa de Éfeso, considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. Después de ser detenido, interrogado y torturado, acabó confesando la verdadera razón que lo había llevado a cometer aquel acto: pasar a la posteridad.