Un quadre, una paret, una piscina

Un quadre, una paret, una piscina

Un quadre, una paret, una piscina, una propuesta de Hector Mellinas.

Sinopsis

Joan Gilbert y Llorenç Oliver son dos actores jóvenes que después de realizar la audición para el primer espectáculo importante de su carrera, un montaje de Romeo y Julieta, descubren que han sido elegidos para alternarse los personajes de Romeo y Mercutio. Pero cada uno tiene una visión diferente de cómo debe representarse Shakespeare e incluso de cuál debe ser la finalidad del teatro. Ahora bien, ambos se definen como actores y, de una u otra forma, necesitan expresar en público sus angustias para superarlas sin caer en la melancolía propia del tiempo de incertidumbre en que vive un artista que no trabaja.

Sobre el espectáculo

A partir de algunos de los parlamentos más populares protagonizados por los reyes de las tragedias de William Shakespeare, Un cuadro, una pared, una piscina quiere reflexionar sobre la relación que mantenemos unos con otros cuando, al ocupar un mismo espacio, la sociedad nos obliga a competir por hacernos valer y mantenernos. Pero, ¿qué pasa cuando no salimos airosos, cuando la ansiedad y la depresión afloran? Estos trastornos contemporáneos son aún más difíciles de salvar cuando aparecen en un entorno artístico que te impide expresar las angustias en voz alta. Y es que estas enfermedades sólo podemos resolverlas, tanto a nivel público como privado, si nos expresamos en voz alta. ¿Cómo hacerlo, pues, un actor que no trabaja, alguien privado de esta posibilidad y de esta catarsis? El proyecto no busca una respuesta, pero sí tiene la intención de compartir la duda y, quizá precisamente por eso, convertirse en un consuelo.

Duración:
Idioma:
Catalán
Sinopsis

Joan Gilbert y Llorenç Oliver son dos actores jóvenes que después de realizar la audición para el primer espectáculo importante de su carrera, un montaje de Romeo y Julieta, descubren que han sido elegidos para alternarse los personajes de Romeo y Mercutio. Pero cada uno tiene una visión diferente de cómo debe representarse Shakespeare e incluso de cuál debe ser la finalidad del teatro. Ahora bien, ambos se definen como actores y, de una u otra forma, necesitan expresar en público sus angustias para superarlas sin caer en la melancolía propia del tiempo de incertidumbre en que vive un artista que no trabaja.

Sobre el espectáculo

A partir de algunos de los parlamentos más populares protagonizados por los reyes de las tragedias de William Shakespeare, Un cuadro, una pared, una piscina quiere reflexionar sobre la relación que mantenemos unos con otros cuando, al ocupar un mismo espacio, la sociedad nos obliga a competir por hacernos valer y mantenernos. Pero, ¿qué pasa cuando no salimos airosos, cuando la ansiedad y la depresión afloran? Estos trastornos contemporáneos son aún más difíciles de salvar cuando aparecen en un entorno artístico que te impide expresar las angustias en voz alta. Y es que estas enfermedades sólo podemos resolverlas, tanto a nivel público como privado, si nos expresamos en voz alta. ¿Cómo hacerlo, pues, un actor que no trabaja, alguien privado de esta posibilidad y de esta catarsis? El proyecto no busca una respuesta, pero sí tiene la intención de compartir la duda y, quizá precisamente por eso, convertirse en un consuelo.

Ficha artística
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