En Shenzen, el director Stefano Massini nos muestra una fábrica china donde cuatro trabajadores son puestos a prueba en una entrevista que, en buena parte, transcurrirá sólo en la imaginación del espectador.
Sinopsis
Firma el texto Stefano Massini, un dramaturgo italiano, director artístico del Piccolo Teatro de Milán, que se caracteriza por producir unos textos de carácter político que encontraron su máxima expresión en la pieza Lehman Trilogy, vista en escenarios de todo el mundo y puesta en escena por el propio Roberto Romei en el Grec 2016. El tándem autor/director repite ahora con un montaje que representa una crítica a un mundo laboral cercano a la explotación, con sueldos bajos, poco descanso y contratos precarios. Sí, Massini nos habla de unas condiciones demasiado habituales aún en las fábricas chinas pero, de hecho, convierte a China en un símbolo para hablarnos de un mundo globalizado en el cual las empresas y el capital han acaparado todo el poder y han dejado a trabajadores y población en una situación de indefensión. Esta indefensión se ejemplifica perfectamente en la entrevista en la cual una examinadora somete a cuatro trabajadores, a quienes dirige ataques y agresivas cuestiones que ellos reciben en silencio. Y es que las cuatro sillas que veréis en el escenario, absolutamente desnudo y sin ni un solo elemento de atrezo, están vacías, de manera que es el propio espectador, sentado alrededor del escenario, quien tiene que imaginar las respuestas y defensas de estos seres silenciados. El público, pues, es quien debe crear las respuestas, positivas o negativas, imaginar los gestos y las miradas de los trabajadores y hacer visibles en su mente los papeles, las placas o los lápices de colores a que se refiere la actriz protagonista. Y es que las palabras que pronuncia y su interpretación son el único elemento al alcance de un espectador que, convertido en cómplice del dramaturgo, acoge en su propia mente buena parte de la representación.