Magnetismes

Magnetismes (Magnetismos) es un conjunto de historias cruzadas con tanta habilidad y sentido del tempo que hacen que el gran trabajo dramatúrgico (a veces brillante) pase desapercibido: primer gran acierto. De una manera divertida no exenta de dramatismo, Elisenda Guiu construye una red de amores y desamores, para poner sobre la mesa la capacidad/incapacidad de ciertos individuos para tomar decisiones y las razones que intervienen en este proceso: cobardía, desesperación, ceguera, inercia… La dirección de Pepa Fluvià hecha a medida y al servicio del texto es el segundo gran acierto. El tercero, y a la altura de los otros, es la interpretación de un grupo de actores y actrices que hacen que en todo momento te creas lo que pasa. Quiero resaltar, especialmente, el buen trabajo de Ruth Llopis y de Ignasi Guasch que, en estado de gracia, destacan de una manera especial.

¿Qué tendrán algunas personas para dominar otras? ¿Cómo consiguen convertirlas en títeres y apoderarse de su voluntad? ¿Os ha pasado alguna vez sentiros atraídos por alguien totalmente opuesto a vosotros? Ya lo dice la sabiduría popular: esto es cosa de polaridades, de fuerzas que generan campos de atracción entre dos cuerpos, imantándolos y uniendo sus destinos. Resulta complicado alejarse, deshacerse por siempre jamás; y tan fácil volver a caer en su red…

Magnetismes, de Elisenda Guiu y dirigida por Pepa Fluvià, nos presenta tres escenarios muy reales: un hallazgo casual en la azotea de un edificio, otra de buscada en un callejón y una de digital, fruto de una llamada inesperada. ¿Qué tienen en común? Que sus protagonistas son como el sol y la luna, diferentes a más no poder; pero se sienten atraídos los unos por los otros de una manera fuerte, completa, directa y sorpresiva. Y es que la segunda producción de la compañía RAS Teatre lo deja muy claro: todo tiene una razón de ser en esta vida, sólo hay que encontrarla.

Toda obra de teatro con aspiraciones profundas tiene como objetivo exponer, a través de uno o varios personajes, alguno de los misterios del mundo en que vivimos. Apostando por una trama coral, si una cosa tiene clara Magnetismes (Magnetismos) es aquello que nos explica: existen ciertas atracciones que son más fuertes que la voluntad humana. La historia, escrita por Elisenda Guiu, muestra tres situaciones aparentemente aisladas que, poco a poco, irán desvelando que tienen más puntos en común de lo que parece a primera vista. El espectáculo está construido con ciertos convencionalismos e, incluso, algún tópico pero tiene la habilidad de traer sus puntos de partida a lugares más o menos inesperados, elevando el grado de interés y los niveles de originalidad. Los intérpretes hacen su trabajo sin destacar especialmente y la puesta en escena es sobria pero efectiva. Quizás la ligereza de su tono banaliza en parte los dramas que nos cuenta y, por lo tanto, hubiera funcionado mejor si se hubieran planteado de forma más cruda, sin humor; un poco en la línea del estado de ánimo de sus protagonistas.

Magnetismes es un espectáculo que va de menos a más. Empieza con un diálogo aparentemente intrascendente y un chico inverosímil, o al menos esto es el que uno puede pensar a los diez minutos de función. A la segunda escena, en cambio, el espectador descubre el tono, aumenta su interés y se rinde a la magnífica conversación telefónica, seguramente lo mejor de toda la pieza. A partir de aquí sigue una tercera historia, y finalmente una serie de pequeñas escenas que nos lo ligan todo. Y es precisamente en este vínculo donde la autora, Elisenda Guiu, nos demuestra su habilidad y nos hace entender el porque de estos encuentros fortuitos.

A pesar de contar con pocos recursos y con una escenografía ciertamente desalmada, Magnetismes atrapa por su corrección escénica, tanto en términos de dirección como de interpretación, y sobre todo por sus diálogos penetrantes y bien trabados. Aplaudo la valentía de una sala como la Gaudí, que junto con el Versus han apostado esta temporada por autores inéditos del que algunos ya denominan la «nueva autoría catalana». Un paso más para ir dando cabida a textos frescos, nuevos, y a menudo por encima de la media.

Sí, como la peli de Robert Altman. El magnetismo se utiliza como pretexto para explicarnos tres historias que se cruzan unas con las otras, historias de gente estresada, cansada, insatisfecha, cobarde… La primera arranca con el encuentro fortuito de dos desconocidos en una azotea, ella mujer estresada y él chico parapléjico. En la segunda un chico recibe la noticia de que será padre justo cuando quería dejar la relación y en la tercera dos antiguos compañeros se reconocen cosas incofesables… A mí personalmente la tercera no me ha convencido, no me he acabado de creer loque me contaban y por lo tanto me ha sobrado. Puesta en escena nada complicada, iluminación un pelín oscura.

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