En La luz de un lago la companyia El Conde de Torrefiel transciende los ámbitos plástico y visual, y emplea herramientas sonoras para explorar las posibilidades de la imagen teatral y poética. les possibilitats de la imatge teatral i poètica.
Por lo tanto, abrid bien los oídos para ver un espectáculo que relega los impulsos visuales y convierte vuestro cerebro en una sala de cine que proyecte imágenes sin descanso.
Os lo propone una compañía que, con la decena larga de espectáculos que han creado desde el año 2010 (desde La plaza hasta Una imagen interior), han atraído poderosamente la atención del público, la crítica, los programadores y los festivales europeos con montajes que hablan del tiempo y de la sociedad del siglo XXI, combinando y tratando de forma separada el texto, el movimiento, las imágenes plásticas y el sonido.
Sinopsis
El sonido ha ejercido siempre un papel en las creaciones escénicas de la compañía formada por Tanya Beyeler y Pablo Gisbert, pero nunca había sido, como en este montaje, el elemento protagonista. Han llegado hasta aquí en busca de nuevas maneras de contar que eviten la repetición de patrones y logren hacer comprender, o como mínimo intuir, la complejidad del mundo que nos rodea. Lo hacen con una llamada a la imaginación y presentando en escena imágenes intuidas, revelaciones o apariciones: unas metáforas visuales que se comprenden por la suma del sonido, el texto, la iluminación, los cuerpos de los intérpretes y la materia, que en este caso toma la forma de barro y de metal. ¿Qué puede esperarse de una propuesta que deja de lado el sentido de la vista para centrarse en el oído? Dicen que la sobreproducción de imágenes limita nuestra capacidad de imaginarlas y que, al contrario, la capacidad del cerebro de crear imágenes se activa, precisamente, en ausencia de estas.