La Orquestra Simfònica del Vallès recupera junto a la Associació d’Amics de l’Òpera de Sabadell La Bohème de Puccini, en versión concierto.

Sinopsis

La Bohème es, sin duda, una de las óperas más queridas del público, desde el mismo momento de su estreno, que fue el 1º de febrero de 1896 en el Teatro Regio de Turín, bajo la batuta del gran Toscanini. Pronto salió de Italia, en junio del mismo de año, cuando viajó a Buenos Aires. El estreno español tuvo lugar el 10 de abril de 1898, en el Gran Teatro del Liceo. La bohème estructura en cuatro actos, siendo los autores del libreto Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, que pararon locos debido a las exigencias de Puccini, un compositor muy intervencionista respecto a los libretos, durante el largo periodo de creación del ópera, que duró unos tres años. La fuente de inspiración fue francesa: la novela por entregas, o folleto, Scenes de la vie de bohème, de Henry Murger, publicada en el diario parisino “Le Corsaire”, entre el 1847 y el 1849. Esta novela la contenía muchos apuntes autobiográficos de Murger y originó no sólo la ópera de Puccini sino otra de Leoncavallo, con el mismo título, estrenada al año siguiente en la Fenice de Venecia y rápidamente caída en el olvido ante la obra maestra del compositor de Lucca.

Efectivamente, Puccini creó, probablemente (digo probablemente porque esto va a gustos), su mejor ópera. La historia, si la vemos sin música, está bien, tiene un cierto gancho, pero le falta algo. Ahora bien, cuando la vistes con la maravillosa partitura de Puccini, la cosa cambia radicalmente. Es una música que caracteriza y define cada personaje a la perfección. Esto Puccini lo hace con mano de maestro. Y hay que decir que nunca decae su interés, o la calidad: desde la primera nota transporta al espectador en brazos y le invita a implicarse en la trama. En el segundo acto, fácilmente uno se ve entre la multitud de gente que pasea por las calles de París durante la noche de Navidad. El primer acto comienza vigoroso, con un retrato de la miserable vida de los bohemios, para acabar con la cima romántico del encuentro de Rodolfo y Mimì; el segundo acto es un verdadero fresco colectivo, con una buena dosis de comedia; el tercero, de música muy sutil, nos lleva hacia los malos tiempos, hasta la puerta de la tragedia; el cuarto camina rápido hasta la conclusión con una de las mejores escenas de muerte de todo el repertorio, realmente emotiva.

Sinopsis

La Bohème es, sin duda, una de las óperas más queridas del público, desde el mismo momento de su estreno, que fue el 1º de febrero de 1896 en el Teatro Regio de Turín, bajo la batuta del gran Toscanini. Pronto salió de Italia, en junio del mismo de año, cuando viajó a Buenos Aires. El estreno español tuvo lugar el 10 de abril de 1898, en el Gran Teatro del Liceo. La bohème estructura en cuatro actos, siendo los autores del libreto Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, que pararon locos debido a las exigencias de Puccini, un compositor muy intervencionista respecto a los libretos, durante el largo periodo de creación del ópera, que duró unos tres años. La fuente de inspiración fue francesa: la novela por entregas, o folleto, Scenes de la vie de bohème, de Henry Murger, publicada en el diario parisino “Le Corsaire”, entre el 1847 y el 1849. Esta novela la contenía muchos apuntes autobiográficos de Murger y originó no sólo la ópera de Puccini sino otra de Leoncavallo, con el mismo título, estrenada al año siguiente en la Fenice de Venecia y rápidamente caída en el olvido ante la obra maestra del compositor de Lucca.

Efectivamente, Puccini creó, probablemente (digo probablemente porque esto va a gustos), su mejor ópera. La historia, si la vemos sin música, está bien, tiene un cierto gancho, pero le falta algo. Ahora bien, cuando la vistes con la maravillosa partitura de Puccini, la cosa cambia radicalmente. Es una música que caracteriza y define cada personaje a la perfección. Esto Puccini lo hace con mano de maestro. Y hay que decir que nunca decae su interés, o la calidad: desde la primera nota transporta al espectador en brazos y le invita a implicarse en la trama. En el segundo acto, fácilmente uno se ve entre la multitud de gente que pasea por las calles de París durante la noche de Navidad. El primer acto comienza vigoroso, con un retrato de la miserable vida de los bohemios, para acabar con la cima romántico del encuentro de Rodolfo y Mimì; el segundo acto es un verdadero fresco colectivo, con una buena dosis de comedia; el tercero, de música muy sutil, nos lleva hacia los malos tiempos, hasta la puerta de la tragedia; el cuarto camina rápido hasta la conclusión con una de las mejores escenas de muerte de todo el repertorio, realmente emotiva.

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