Un montaje coreográfico y musical que nos sumerge en el deseo personal de una bailaora de tener un hijo y que, desplegando en escena un entramado de relaciones humanas, nos propone una reflexión sobre la maternidad.
Tres mujeres en escena. Dos espejos que se reflejan y una madre. Grito pelao es la oportunidad de ver a dos animales escénicos en acción. Pero no se trata solo de venir a ver bailar a una de las grandes del flamenco, Rocío Molina, ni a escuchar una voz capaz de emocionar a los oyentes más escépticos, la de Sílvia Pérez Cruz. Ni siquiera de disfrutar de la cohabitación escénica entre dos talentos excepcionales. Esta vez, Molina Cruz y Pérez Cruz, unidas por una complicidad atávica, han decidido desprenderse de sus seguridades y adentrarse en un espacio desconocido que las atrae irremediablemente.
Molina transforma su cuerpo y su manera de bailar buscando, desde la quietud, una sabiduría apegada a su deseo de ser madre, una búsqueda que une vida y arte, baile e identidad propia. Y en ese viaje la sigue, generosa y entregada, la voz de Pérez Cruz, que interpreta un ramillete de canciones, entre ellas dos de letras lorquianas creadas por la artista para la ocasión. Juntas auscultan hasta el último aliento la estructura profunda de lo femenino. No es extraño que la bailaora invite a compartir con ellas la escena a Lola Cruz, su propia madre, esa madre a quien se le hacen reproches, a quien se necesita, esa madre que también fue hija y que, por su hija, todo lo daría.
Una coproducción del Chaillot, Théâtre national de la Danse (París); Grec 2018 Festival de Barcelona; Festival d’Avignon; Théâtre de Nîmes – scène conventionnée d’intérêt national – danse contemporaine – art et création; Bienal de Flamenco de Sevilla.
Con la colaboración del festival Temporada Alta (Girona – Salt) y Teatros del Canal (Madrid).
Rocío Molina es artista asociada del Chaillot – Théâtre National de la Danse de París.
Espectáculo estrenado el 6 de julio de 2018 en el Festival d’Avignon.