C’est la vie es una pieza de teatro documental del creador Mohamed El Khatib, que nos habla sobre qué nos queda cuando perdemos alguien esencial.
Hay una palabra (orfandad) que define la condición del hijo o la hija que se queda sin padres. La conoce por experiencia propia un autor francés que vivió momentos de devastación personal hace unos años a raíz de la muerte de su madre. Mohamed El Khatib convirtió aquella experiencia en un espectáculo que se tituló Finir en beauté y que se verá también en el Grec 2021. Más devastadora, le decían en aquel tiempo (¿quizás en un intento de consolarlo?) resulta la muerte de un hijo o una hija. No, no hay manera ni tiene el más mínimo sentido establecer una graduación del dolor causado por la pérdida de un ser querido… Pero lo cierto es que, si la pérdida de un progenitor tiene un nombre, no hay palabra en los diccionarios (con la excepción de los hebreos y árabes) que defina la condición de quien ha experimentado la muerte de un hijo. Pensaba en estos términos Mohamed El Khatib cuando decidió crear un espectáculo documental sobre el tema. Empezó a hacerlo reuniendo testigos de personajes conocidos que se habían visto en tan tristes circunstancias (de Victor Hugo a Zidane, pasando por Sylvester Stallone), pero todo cambió cuando supo de dos actores con los que había intentado trabajar sin éxito en ocasiones diversas y que en los últimos tiempos habían experimentado la pérdida de un hijo, un chico de 25 años en el caso de Daniel Kenigsberg, de 61 años, y una hija de 5 en el caso de Fanny Catel, de 37. Las primeras conversaciones que el director mantuvo con el actor y la actriz acabaron conduciéndoles a una creación escénica que es toda una experiencia límite. Y es que vida, muerte y teatro se entrecruzan en una pieza que se mueve en los límites de la obscenidad y el pudor. Son los relatos de unas experiencias de pérdida y son, también, una especie de guía de vida para quienes sobreviven.
Es la propuesta de un creador a quien le gusta confrontar el teatro con otros lenguajes que van desde el cine hasta las instalaciones. Director de cortometrajes y de filmes documentales basados en las propias vivencias como Renault 12 (2018, ambientado en el Rif marroquí y visto en festivales de cine africano), cofundó en el año 2008, en Orleans, el colectivo multidisciplinario Zirlib, que reivindica el sentido político de toda estética. Es autor y director y director acompañante del L’L, un espacio de investigación para la creación joven de Bruselas, y artista asociado al CDN de Orleans y al Théâtre de la Ville de París