Andrés Villarosa, personaje tan inconscientemente ridículo que es digno, músico de lentejuelas y cintas de gasolinera, no aparece –una vez más- en el bolo que tan duro ha sido de conseguir. Un magnífico Oriol Genís (Vespres de la Beata Verge), su representante y, aún más, amigo a pesar de todo, nos entretiene mientras le esperamos, que no están los tiempos como para suspender y devolver el dinero, contando anécdotas de este cantante melódico y casposo que tuvo su «momento de gloria» cuando actuó, hace más de veinte años, en la Bodega Bohemia de la Barcelona que empezaba a ser un parque temático. Te acabas encariñando sin remedio de este perdedor estancado en un tiempo donde las cosas (creía que) le […]
Hebert Parodi
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