La frase “Sólo quiero decir la verdad. Es que yo sólo quiero decir la verdad”, ¿no esconde un infierno detrás? A través de los ojos pícaros de un bufón, vemos la historia de El Rey Lear (mi Shakespeare preferido), con humor, ironía, proximidad, reivindicación… Todos los personajes encarnados por Felipe Cabezas, con diversos registros y el uso de máscaras, excepto, no es casualidad, la sincera Cordelia, que habla a cara descubierta, no por casualidad, como el bufón.
El bufón, quien dice las verdades sin miedo (teóricamente), aprovecha para trazar hirientes paralelismos con aspectos actuales, sociales, culturales, políticos… a través del humor, el arma más poderosa. Por fortuna, se logra el equilibrio, el original no es sólo la excusa para hablar únicamente de la situación actual y hay más guiños que consignas.
Aunque (soy clasicón) no soy muy amante de que en textos clásicos se hagan referencias a situaciones actuales, en este caso están bien tratadas, sin abusar y con un mensaje potente sobre el poder, adicto a la adulación, el papel de los artistas y las trabas que se les ponen al querer/tener que señalar las vergüenzas de los poderosos. Y un durísimo (quizá EL momento de la propuesta) reflejo sobre la familia del actor y las penurias que suele conllevar la profesión. Aquí ya no hay humor ni guiños.