Xicu Masó recupera La Mel, un espectáculo basado en el libro del escritor y guionista italiano Tonino Guerra (1920-2012), estrenado hace 10 años en el Temporada Alta de Girona. Guerra es conocido por su trabajo con directores de cine como Federico Fellini (con quien hizo Amarcord y E la nave va), Michelangelo Antonioni, Theo Angelópulos o Andrei Tarkovski.
«Cogí el tren con 70 años y 4 días para que ya no podía quedarse a vivir en la ciudad con todo de uñas en la boca» escribía Tonino Guerra en La Miel. Era de aquellos que preferían el huerto en el jardín, las calles sin coches y los perros tumbados en plena calle. Por eso después de jubilarse volvió a las montañas de Valmarecchia, paisaje de su infancia. Allí es donde se desarrolla esta historia en 36 cantos de un hombre que regresa al pueblo después de una vida intensa en ciudad para vivir con su hermano. Aquel pueblo que había dejado con 1.200 habitantes y donde ahora sólo quedan nueve resistentes, los protagonistas de la historia: una mujer con barba (o un hombre con traje, nadie lo sabe) que pasea las ovejas; un hombre de 40 años, un poco bobo, que no para de masturbarse y claro, el hermano, un hombre que trabaja en la estación de tren aunque hace 40 años que no pasa ningúno…
Tonino recorre la memoria, los rincones y territorios del mundo que dejó el fin de hablar de la vejez, del desarraigo, de un mundo que se pierde. «La vejez es el petróleo que tenemos. El único». Poesía de lo cotidiano, de las pequeñas cosas. Y en Romagna, su dialecto, lo que usaba antes de marchar en Roma en los años 50, el mismo con el que escribía los poemas que le ayudaban a sobrevivir en el campo de concentración de Troisdof del 43 al 46. Y es que Guerra es ante todo un amante de la palabra, la que contiene infinitas imágenes y «te da acogida cuando la necesitas». Un poeta preciso de lo que escritores como Italo Calvino han destacado la capacidad de embellecimiento de las palabras año tras año.
REFLEXIONES DE MASÓ
«El lugar donde yo nací ya no existe, está lleno de semáforos. Tendré que espabilarme en encontrar un lugar donde ir «. En esta mezcla de ficción y autobiografía del escritor, Xicu Masó intercala también reflexiones propias, una parte personal que no está escrita y que puede cambiar en cada función, aunque siempre con el mismo trasfondo. Eso sí, diferente de la que hacía hace 10 años en el Temporada Alta. «Está tanto cargado de pensamiento que no puede ser el mismo de hace diez años, porque yo tampoco soy el mismo. Con los años ves matices diferentes». Una experiencia que dan los años que Masó también ha recalcado para corresponder a la mano extendida de El Maldà para que la relación no se quede sólo en un espectáculo: «tenemos que empezar a pensar cosas juntos. Nos necesitamos. Unos tenemos la experiencia, los jóvenes una visión del mundo muy interesante».
Texto: Mercè Rubià / Fotografia: El Maldà