Un sueño nada naíf del universo americano

Mercè Rubià

Dos de las compañías más interesantes del panorama teatral, Les Antonietes y La Kompanyia del Lliure, se ponen bajo las órdenes de Oriol Tarrasón para llevar el Somni Americà en el Teatre Lliure a partir de textos de autores como Arthur Miller, William Saroyan y Tennesse Williams, para hablar de amor, fraternidad y sueños.

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Un sueño americano se ha de ver con palomitas. Aquí están en el programa de mano -convertido en caja- que te da la bienvenida a la sala. En el escenario ya están casi todos los personajes, uno dentro la nevera sentado, el otro durmiendo  encima con un colchón viejo, otra sentada sobre las cajas… Estan en el Mike Nelsons market, un drugstore que más que vender, les sirve de refugio, de oasis. Pero lo primero que se ve es su mirada, la actitud y una dejadez que rezuma desilusión y fracaso. La chispa de esperanza aún tardará un rato en aparecer, pero llegará, seguramente, de la estabilidad que se dan entre ellos, explica Mireia Illamola.

«Es una obra sobre la fraternidad, el amor y los sueños. Tenía ganas de decir que la vida es bonita, porque a menudo sólo hablamos de tragedia» dice su autor y director, Oriol Tarrasón, que se ha pasado seis meses inmerso en el universo americano de los años 30 con películas, fotografías, poesía, teatro y novelas. Una época que, creen, conecta perfectamente con la situación actual, con el desencanto y un gran descenso de las expectativas. Precisamente por eso no es una obra de época ni un homenaje a los autores, sino que se utiliza su universo para crear otro. «Necesitamos palabras bonitas para explicar lo que nos pasa, esta es mi apuesta. No quería una visión depresiva, sino poética«, continúa el director. Pero David Verdaguer matiza: «no es una obra naíf, tiene una parte amarga fuerte. Es amable, pero no tierna«.

Tarrasón ha cogido frases de hasta 19 obras de Erskine Caldwell, Woody Guthrie, Arthur Miller, Eugenia O’Neill, Ben Reitman, William Saroyan, John Steinbeck y Tennesse Williams, que suman nada menos que seis premios Pulitzer y dos Novel, y ha hecho un patchwork. Un mismo personaje está construido con frases de diversos autores y «es muy difícil» adivinar de quién es cada una. «Cada frase podría decir cualquiera de los personajes«, explica Laura Aubert, «pero no sorprende, si los personajes están bien construidos puedes hacer cualquier cosa». De hecho, el director explica que, «como que no tenía ninguna premisa de cómo sería cada uno de los personajes, podía ir cambiándolos frases, por lo que eran los personajes que me sorprendían a mí».

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Unos personajes que son los protagonistas absolutos de la obra, con su desencanto. No esperéis ninguna gran trama ni acción, advierte ya Tarrasón al inicio del espectáculo mediante la radio del escenario. Son doce personajes, once si no contamos el perro, en Tennessee, que tienen «unos defectos muy visibles, una tara del pasado y una manera diferente de mirar al futuro» con los que la gente «tendrá mucho material para empatizar«, dice Polo López. Uno de los retos ha sido conseguir que los personajes sean siempre en escena y mantener todo el tiempo el personaje, «llenar sus universos silenciosos hasta que interactúan«, reconoce Annabel Castan. De hecho, «el Lliure podría ofrecer un abono de personaje» ironiza Arnau Puig, porque «es muy interesante mirar un personaje que no habla y irlos siguiendo a todos once«.

Son personajes estereotipados del universo americano pero que Tarrasón, con la complicidad de los actores, ha hecho volar más allá para ir desgranando sus sueños. Arnau Puig es el propietario del drugstore, un hombre que no tiene más deseo que ofrecer un oasis a los que le rodean, Pep Ambròs un vagabundo medio filósofo que está contra un sistema que, cree, se podría hacer caer dejando de trabajar, Mima Riera una joven embarazada que busca llenar un vacío, Annabel Castan una maestra solterona, Bernat Quintana un vendedor de periódicos cojo y fuerza ingenuo, David Verdaguer un comercial venido a menos que pasa los días bebiendo, Javier Bertran un soldado enamorado de la enfermera de Mireia Illamola, Paula Blanco una prostituta, Pol López un joven sin ambiciones y Laura Aubert una joven artista que sueña con hacer reír a la gente. Y en medio de todos ellos, el perro Tennessee y un teléfono que no para de sonar

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Texto: Mercè Rubià / Fotos: Ros Ribas

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Periodista. Teatrera. Enamorándome de la danza y del circo. Advertencia: Si la mayoría de mis recomendaciones tienen muchos aplausos no es por falta de criterio (que quizá también), si no porque prefiero hablar de las obras que me gustan. Muy lejos de querer hacer (o ser) crítica.

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