El equipo de La Ratonera nos propone una comida-suspense temática que hará las delicias tanto de los amantes de la intriga como de los entusiastas de la buena gastronomía.
La novela de Agatha Christie vuelve a la ciudad en versión teatral después de llenar el Teatro Apolo y ser «la obra más vista en Barcelona durante el 2014, en los tres meses que estuvo en cartel», según explica su director. Victor Conde se confiesa contento de haber tenido un éxito de público, de todas las edades, y de atraer a «niños que venían por primera vez al teatro».
Con motivo de su regreso, La Ratonera nos ha invitado a una comida muy especial que traslada a la cocina el espíritu del whodunit (contratación de la pregunta inglesa «Who has done it?», «¿Quién lo ha hecho?»), característico de las obras de género policiaco que se basan en resolver un rompecabezas y descubrir el asesino. Un juego teatro-gastronómico con platos diseñados por Jordi Herrera, chef titular del restaurante Manairó, galardonado con una estrella Michelin, que hemos podido disfrutaren Adagio Tapas la prensa con los actores del montaje, que ya han retomado los ensayos.
Tanto si habéis presenciado la trama de intriga en el Teatro Apolo, como si sois fans de Agata Christie o, simplemente, nunca diríais que no a una buena comida en buena compañía- tomad nota: os damos las claves para trasladar el juego de comida-suspense a su mesa, y organizar una cena digna de novela negra.
El maestro de ceremonias es el encargado de presentar la situación a los comensales, que se han sentado en los lugares asignados. Han llegado a sus oídos rumores que aseguran que… ¡hay un asesino entre nosotros! Durante el transcurso de la comida, recibiremos pistas que señalarán los sospechosos, como ocurre en el juego del Cluedo. ¡Comenzamos!
VERMUT: aperitivos «inocentes e inofensivos»
Plato: piel de patata en tempura y alioli y bonito ahumado con perlas.
Alternativa fácil: patatas fritas y sardinas en escabeche.
El conductor presenta los aperitivos, que supuestamente no deben preocuparnos… Y, al acabar, descubrimos que efectivamente eran inocentes: descubre bajo su plato un post-it con una sentencia, «bajo la silla». El asiento que tenemos debajo es el que no es inofensivo: todos los comensales nos levantamos y vemos que, entre los 20, hay 8 que encuentran una señal en forma de rata. ¡Tenemos los primeros sospechosos!
ENTRANTES: el cebo
Hay tres tipos de cebos en La Ratonera: el que crea el asesino para mantener la apariencia de inocente, el que inventa el detective para atraparlo, y el que la autora prepara para el lector, que acaba bien desencaminado en sus elucubraciones. El primer plato homenajea este recurso narrativo, convirtiendo a todos en ratones frente a una trampa que puede ser, o no, señal de sospecha.
Plato: pizza de gorgonzola rebozado, servido en una trampa para ratones.
Alternativa: bolitas de queso rebozadas servidas en pincho y plato de tapas.
Se nos dan indicaciones de sacar la brocheta todos a la vez, y algunas trampas se activan. El maestro de ceremonias recibe una llamada inesperada y nos hace mirar bajo la trampa: descubrimos que 4 de los 8 sospechosos tienen la marca de la rata. ¡Las probabilidades se reducen!
PRIMER PLATO: la pista sutil
Entre las páginas que escribió la experta en crear suspenso, encontramos una serie de pistas que, pese a parecer buenas en un principio, nos despistan y nos conducen a un callejón sin salida en nuestras investigaciones: no eran pistas de asesinato, pero tenían una explicación.
Plato: calamares a la romana rellenos de huevo, sobre patatas y butifarra negra.
Alternativa: los que no disponemos de utensilios para freír yema en forma de rosquilla, podemos sustituirlos por calamares a la romana o aretes de cebolla.
En honor a su sutileza, esta pista está más escondida: 3 comensales descubren que, en lugar de yema de huevo, dentro de sus rosquillas hay queso. ¡El círculo se va cerrando!
SEGUNDO PLATO: el malo
El protagonista es aquí el personaje violento, o bien maquinador, más malo que la tiña, amargado y amargante, que ha estado engañando a los de su alrededor (y a nosotros, pobres espectadores) haciéndose pasar por uno más.
Dos de estas deliciosas y aparentemente inofensivas croquetas no eran lo que parecían: rellenas de guindilla, hacen que los dos últimos sospechosos no puedan esconderlo, rojos por el picante y bebiendo agua rápidamente. ¡Tenemos dos caras!
Plato: croquetas de pollo con rebozado nido y pisto.
Alternativa: croquetas de pollo con rebozado tempura (dos de ellas, con picante dentro del rebozado).
TERCER PLATO: la evidencia
Todas las historias tienen un final, y las de género noir no acabarían si una evidencia no señalara, finalmente, el asesino: nos anuncian que, en una habitación del Hotel Adagio -donde estamos comiendo y donde supuestamente se han alojado los actores-, han encontrado la prueba final del crimen. Ya tenemos asesino: ¡la actriz Mariona Ribas!
Plato: bull blanco en forma de cráneo y ‘capipota’.
Alternativa: podéis convertir la evidencia en postre haciendo un pastel que contenga una prueba incriminatoria (y aleatoria), como una cereza, para mantener la intriga hasta el final.
Bajamos la comida con una copa de cava y un brindis de celebración. Al terminar, el maestro de ceremonias nos confiesa que es la última copa de cava que beberemos… ¡pues todas llevan cicuta! A vuestra salud!
…Y si os habéis quedado con hambre, podéis ver el vídeo de la comida aquí.
Texto i fotografias: Neus Riba
Vídeo: Albert Ibañez