Si Shakespeare levantara la cabeza, quizá no reconocería nada, pero seguramente se uniría a la risa. Después de un año de éxito por Cataluña, Peyu y Albert Pla llegan a Barcelona con su particular Hamlet, una propuesta tan absurda como lúcida que aterriza en el Teatre Coliseum a partir del 23 de diciembre.

Hay comedias que nacen del caos, y esta es una de ellas. Cuando dos personalidades tan singulares como las de Peyu y Pla coinciden en un escenario, el resultado solo puede ser imprevisible. Lejos de Shakespeare, este Hamlet sitúa a dos desconocidos compartiendo una habitación de hospital, la 313. Con ironía y sin filtros, los dos artistas juegan a reírse de lo que más cuesta mirar de frente: la muerte, la convivencia y las propias miserias. “El drama del escenario incrementa el humor de una manera muy natural, y en una habitación de hospital todo es tan real que hace reír por fuerza”, explica Peyu, que firma el texto con Pla y Joan Roura.
El montaje nació de la improvisación, aunque, como admite Pla, “escribimos letra por letra y después ya nos encargamos de destruirlo todo en el escenario”. La complicidad entre los dos artistas es el eje que sostiene la pieza: “Somos el Peyu y yo haciendo el carallot —admite Pla—, pero también intentando aprender cosas nuevas”. No es la primera vez que trabajan juntos: ya lo habían hecho en el programa Natura sàvia de TV3. “Trabajar con Albert es gloria bendita, hemos aprovechado sus habilidades con la música y las mías con el texto, y el resultado es ben parit”, confiesa Peyu.

La obra se gestó en el Teatre Auditori de Calldetenes, fiel al espíritu de proximidad de los artistas. “Queríamos seguir descentralizando un poco la cultura, como ya habíamos hecho con otros espectáculos. Empezamos en Calldetenes y ahora cerramos el círculo en Barcelona”, explica el osonense. Tras el éxito de público en escenarios como Valls o Balaguer, el dúo llega a la capital catalana con la ilusión “de ver nuestro nombre en las bombillas del Coliseum”.
El espectáculo podrá verse hasta el 6 de abril de 2026, con funciones de jueves a domingo. Noventa minutos de humor, música y humanidad que transforman una habitación de hospital en un espacio desacomplejado. Porque, como recuerdan Peyu y Pla, “comparado con la vida real, Hamlet es una comedia”.
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