En esta edición del Grec frecuentan las propuestas de direcciones internacionales con textos clásicos. Tiene su lógica: los grandes títulos tienen demostrado que pueden fondear a diversas profundidades y ofrecer lecturas originales sin que se resienta el peso de la trama. Hay otra ventaja. Si el público conoce la historia, tendrá menos angustia en arriesgarse; se delimita mucho el posible obstáculo del idioma y poder atender la interpretación de los intérpretes sin tener que concentrarse excesivamente en los sobretítulos. Actualmente, momento en el que los desplazamientos de las compañías se han encarecido por los costes de viaje y alojamiento, la apuesta conviene que sea muy afinada para evitar que la partida internacional se reduzca a unas actuaciones demasiado puntuales y que no aporten la mirada renovadora al escaparate del festival.
A menudo, en los cambios de direcciones de teatros de alcance internacional (como el Liceo o el TNC, el Lliure o el Mercat de les Flors, por ejemplo) también se pone a prueba la agenda de contactos de las nuevas personas responsables. En realidad, el mercado internacional trabaja con mucha previsión y, muy posiblemente, será en los años que vienen cuando se podrá detectar la fortaleza e interés de las propuestas del equipo liderado por Leticia Martín al frente del Grec. Este año hay regresos al Teatro Griego como Declan Donellan con la Compañía Nacional del Teatro Clásico, con la versión de Los dos hidalgos de Verona (18 y 19 de julio), después de estrenarse en el Grec con La vida se sueño con la firma de Cheek by Jowl, en 2023. Ahora, el director británico en tierra, Lluís Homar antes de que éste renunciara a la dirección de la llamada compañía.
Una de las novedades destacables del cartel de este año es la presencia del creador sudafricano William Kentridge que recupera un montaje inspirándose en el Fausto de Goethe: Faustus in Africa (27 y 28 de junio en el Teatre Lliure de Montjuïc). Director que se caracteriza por sus dibujos en las producciones (sean de ópera o de teatro) ha presentado esta misma temporada en el Liceo Oh to Believe in Another world y, anteriormente el Wozzeck de Alan Berg la del 2020-21.
Milo Rau es un director que ha visitado, puntualmente, el Grec. Suelen ser piezas largas, de teatro documental, comprometidas y que incomodan. Ahora, se atreve a revisitar el mito de Medea a partir de la mirada de sus hijos: Medea’s Kinderen (21 y 22 de julio en el Lliure de Montjuïc), a partir de los versos de Eurípides. Lo significativo de la propuesta es que todos los papeles los interpreten chicos y chicas de 9 a 14 años. Rau insiste en la crudeza de Five easy pieces (programado en la Semana Santa de 2017 en el Lliure). Acaba de abandonar la dirección del NTGent desde donde llevó a Barcelona Hate radio (Grec, 2013) sobre las matanzas en tutsis; The Civil Wars (Grec, 2015) sobre el peligro de involucrarse en la creación de un califato saliendo de los entornos salafistas de Bélgica, y en La Reprise. Histoire(s) du théâtre (I) (Grec, 2018) hacía la reconstrucción del asesinato de Ihsane Jarfi, un joven homosexual en Bélgica en 2012. Milo Rau gasta un teatro controvertido y reflexiona como poner la violencia más cruda en el escenario para provocar incomodidad.
Moreno Bernardi es un artista italiano muy vinculado al Teatro Akademia donde presenta puntualmente sus trabajos de profunda intensidad. Ahora será el turno de Homero: Odissea/ Studio 1, a partir de la adaptación de Alberto Conejero se podrá ver en Atrium (29 al 31 de julio). Por cierto, la Akademia recupera, del 21 de mayo al 8 de junio las funciones de Paradise, una revisión del texto radical de Kae Tempest.
También hay espacio para los clásicos reinterpretados con mirada contemporánea, como hace Lisaboa Houbrechts, que ha elegido el himno antibelicista de Madre coraje de Bertolt Brecht (Moeder Courage, 16 y 17 de julio, Teatre Lliure de Montjuïc) para marcar los límites de resiliencia. ¡Que se levante el telón!
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