Cuando hablamos de violencia de género, todo el mundo piensa en los feminicidios que aparecen en la televisión o en aquellas mujeres que sufren agresiones físicas por parte de sus maridos. Hay muchos tipos de violencia. Por ejemplo, la psicológica. Desprecia a la otra, afecta directamente a la autoestima de la mujer, la anula totalmente. Lo más triste es que lo ejerce quien supuestamente más aprecias. Marta Buchaca ha querido centrarse en Només una vegada en esta violencia. Y es que, el machismo suele ser aparente y reconocible.
Redactor: Oriol Puig / @ori_uri
Si nos preguntamos qué es la violencia de género, la respuesta puede parecer evidente, pero Només una vegada muestra que hay casos nada evidentes que esconden profundas agresiones. La dramaturga Marta Buchaca, nos interroga sobre dónde están nuestros límites, nos muestra cómo las relaciones de poder rigen nuestros comportamientos y nos advierte sobre los riesgos de convertir la violencia en parte de nuestra vida cotidiana. Anna Alarcón, Bernat Quintana y Maria Pau Pigem (en el papel de terapeuta) protagonizan la obra con la que Buchaca lanza una pregunta abierta: “Seguro que la violencia es una cosa que sólo les pasa a los otros?”.
Marta Buchaca pone ante el espejo la normalización de conductas de maltrato psicológico. “Cuando hicimos la obra en el Grec, fue curioso hablar con mujeres que me decían que se sentían reflejadas en aquello que explicamos. La sensación es que la violencia machista sólo afecta a un tipo de mujer. No es cierto. La obra nace de la necesidad de romper este prejuicio”, explica la directora. Y añade, “todas podemos ser víctimas de violencia machista. No lo podemos obviar. La violencia psicológica está a muchas relaciones. Es muy complicado asumir que la persona con quien compartes la vida te está haciendo daño”.
A través del personaje de Eva (Anna Alarcón), podemos ver cómo, efectivamente, a pesar de ser una mujer empoderada, fuerte, el impacto de la violencia hace que vaya menguando su fortaleza, su presencia, y acabe de alguna manera respondiendo al estereotipo. Es decir, la fragilidad, la vulnerabilidad, no es causa sino consecuencia de la violencia. Pau (Bernat Quintana), un hombre culto, inteligente, seductor y manipulador, humilla, culpabiliza y grita a Eva, es decir, ejerce violencia; para finalmente llegar a la fase de luna de miel o reconciliación, donde de alguna manera se vuelve a acercar a ella y apela a la complicidad. Este ciclo se da continuamente y con muchas diferentes temporalidades en las relaciones de violencia, y genera sentimientos de mucha confusión, y dudas.
La autora huye de la dicotomía buena/malo. Tampoco hay víctimas y verdugos. Los héroes son ambiguos. Como espectadores, nos identificaremos con los personajes por momentos, justificando comportamientos o reprobándolos. Comprobaremos cómo los tres personajes evolucionan a medida que se destapan los secretos y los engaños. Marta Buchaca nos deja un mensaje muy claro, a lo largo de toda la obra: la violencia es sólo responsabilidad de quien la ejerce, y ningún acto o conducta justifica la violencia machista. La obra deja bien claro que la situación de abuso emocional se puede producir en todas las clases sociales y todos los perfiles culturales. Si nos creemos la excepción, nos equivocaremos.