Con el objetivo de dar a conocer al gran público montajes teatrales menos conocidos de los autores del Siglo de Oro, la Compañía Nacional de Teatro Clásico lleva hasta el Teatre Romea Lo fingido verdadero de Lope de Vega.
Lluís Homar, director de la compañía, lleva a escema Lo fingido verdadero, que, junto a Hamlet, de Shakespeare y El impromptu de Versalles, de Molière, construye una fascinante trilogía sobre el teatro dentro del teatro en el siglo XVII, y una de las reflexiones más fascinantes sobre la verdad en la vida y en los escenarios que ha producido el teatro de todos los tiempos. La pieza fue escrita en 1608 y está basada en la vida de San Ginés, un actor pagano que después de convertirse al cristianismo fue considerado el santo patrón de los actores y fue perseguido y elevado a la categoría de mártir por la propia Iglesia . Israel Elejalde, uno de los protagonistas Madres Paralelas de Almodóvar, encarna al venerado protagonista, le acompañan a escena nombres como Arturo Querejeta, Eva Trancón, Maria Besant o Paco Pozo, entre otros.
Lo fingido verdadero, que mezcla lo profano y lo divino, es un tríptico dividido en tres actos: un drama histórico en torno al poder, un drama metateatral y, finalmente, una comedia de santos. «Lope se acerca a la esencia misma del teatro, que es convertir lo que se finge en verdad”, explica Homar: «Lo es porque sin esa capacidad de crear realidades que pueden observar, superar y trascender la propia realidad, el teatro perdería una de sus atribuciones más fascinantes, permitirnos ver lo invisible: emociones y almas humanas». Las temáticas principales que recorren el montaje, según el propio director, son el teatro dentro del teatro, el metateatro y el ser humano y lo trascendente: «Es, quizá, la mejor obra de Lope», defiende Homar.
«Es un texto poco conocido de este autor, es muy complejo, pero con una relevancia única y espero pase a formar parte del repertorio de los grandes textos clásicos» explica el director, que conoció gracias al académico y al dramaturgo Juan Mayorga . «Lope de Vega hace en esta obra una reivindicación de la dignidad de las personas que se dedican al teatro», explicaba el protagonista de la obra, Israel Elejalde: «Hay una lectura muy política de la función, porque Lope viene a decir que el teatro es un lugar digno, donde se puede alcanzar la verdad y reflexionar, a través del fingimiento, en lo que somos y lo que debemos ser”.
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