El bailarín y coreógrafo griego Christos Papadopoulos se ha ido abriendo paso entre los más destacables de la actual escena contemporánea, a partir del minimalismo, el gesto matemático y la construcción de espacios imaginarios plenamente acordes con la oscuridad de nuestros tiempos. Ésta quizá sea la primera sorpresa en su regreso a Barcelona: lo hace con una pieza luminosa y, en cierto sentido, optimista, en torno al valor que tienen los primeros pasos. Una cuestión ejemplificada con la misma danza —no será necesario explicarlo aquí— donde es determinante el primer impulso, como lo es también en cualquiera de las actividades humanas.

Christos Papadopoulos
Es, de todas formas, desde la música que se desarrolla la nueva coreografía, estrenada el pasado mayo, con el compositor Kornilios Selamsis al timón de la producción desde el primer momento y el acompañamiento del dramaturgo Alexandros Mistriotis. Un paso tras otro ordena una canción, desde el momento inicial. Y es en esta línea que My Fierce Ignorant Step se convierte en un canto en la vida, porque confirma el sentido, la pertenencia y la necesidad del movimiento.
Efectivamente, la obra de Papadopoulos es una celebración. Pero, sobre todo, en la creación. Con un elenco de diez bailarines, voces y cuerpos resuenan por el escenario y transforman desde la intervención grupal. Son intérpretes que respiran al unísono, acompasados, en un ritmo sincrónico. Transcienden la corporalidad de cada uno para convertirse en sonoridad: instrumentos diversos de una melodía universal. Una sinfonía que se edifica desde el amor incondicional al ser voluble y presente, al mismo tiempo.
Y siempre reflejado en la danza, como arte de la fugacidad. Con la paradoja de la euforia que se genera cuando ocurre el encuentro entre diferentes. Ésta es la base de la acción bailada: preciosista, irremediablemente extática, que mueve sus coreografías. Es la forma en que la maravilla de sentirse vivo se transforma en melancolía por su finitud. Una experiencia fácil de entender que promete arrastrar de emotividad al público del Grec 2025.
Un optimismo radical como constatación del impulso que necesita una humanidad oscurecida.
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