La Sala Hiroshima, que nació como proyecto en la crisis del 2008 y abrió las puertas en 2015 para dar espacio a la escena independiente contemporánea, se encuentra, ante esta nueva crisis, económica y sanitaria, en una situación de mucha fragilidad para seguir llevando adelante su proyecto.
«El tímido e incierto apoyo por parte de las administraciones, que nos ha obligado a trabajar en la precariedad» y «la crisis sanitaria y económica actual hace peligrar aún más el proyecto» ha agravado la situación, explica Gaston Core, director de la Hiroshima . La propiedad del local no puede mantener el pequeño alquiler, que hasta ahora pagaba la sala, lo que ha hecho se planteen la venta del espacio como posible salida.
La sala, de momento, seguirá en la misma ubicación hasta diciembre del 2021 y esperarán que el Ayuntamiento de Barcelona, comprometido con la frágil situación, pueda ayudar a encontrar soluciones alternativas frente al 2022 para asegurar de alguna manera la supervivencia del proyecto en esta o algún equipamiento municipal que los oermeti seguir recibir artistas residentes y coproducciones.
Otoño en la Hiroshima
A pesar de la delicada situación de la sala, la Hiroshima sigue adelante con la programación basada en lenguajes contemporáneos y el apoyo a la creación. Dos ejemplos serán dos nuevas coproduccions con Pau Masaló y David Espinosa.
Pau Masaló presentará días 13 y 14 de noviembre The national body, que cuestiona la relación entre las identidades colectivas y nacionales y los individuos a través de los deportistas de élite.
David Espinosa que estrenará los días 27 y 28 de noviembre Calle sombra, una propuesta que combina luces, obras y miniaturas y que quiere reflejar y homenajear la vida cultural de la ciudad.
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