'La ciutat no és vostra', de Maragall a Colau

Mercè Rubià

¿Qué ha sucedido en Barcelona para pasar de la ilusión de los Juegos del 92 al rechazo de los Juegos de Invierno? ¿Cuando la hemos empezado a ver como un parque temático? ¿Quien se ha apoderado de la ciudad? ¿De quién es realmente? La Compañía Solitaria presenta el Círcol Maldà su segundo monólogo y cierra una temporada con varias obras críticas con el Modelo Barcelona.
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Para los que rodean la treintena, como los integrantes de la Solitaria, su infancia va ligada a una idea de Barcelona próspera, que pugna por conseguir el reconocimiento internacional y da pasos de gigante para convertirse en uno de los destinos turísticos más importantes. Sus recuerdos se inician con los Juegos Olímpicos, con el Cobi, con una ciudad que -como su alcalde- salta de alegría. Con la mayoría de edad, sin embargo, llega el Foro de las Culturas. Un antes y un después. Aquella desfile Carlinhos Brown y el alcalde (Joan Clos) bailando samba encima de un bus descapotable con una camiseta amarilla ajustada. Pe-pe-pe-pe-pepepe-pepe… El desencanto se cuece a fuego lento. Y llega el 15-M. Y los carteles contra los turistas en los balcones. Y las caceroladas en la Barceloneta. No al Hotel Vela. Se dan cuenta los jóvenes, pero también a sus padres y abuelos; el modelo se agota. Pero todavía hay quien admira la ciudad con un amor casi incondicional. Como Jasó, el protagonista de La ciutat no és vostra… Hasta que un delito de civismo lo convierte en un fugitivo de su propia ciudad.

Aleix Aguilà, autor del texto, parte de la idea de ciudad como parque temático. De la ciudadanía como atrezzo, unos Mickey y Donald que trabajan para los de fuera. Así, lo que le pasa a Jasó (demócrata convencido, votante orgulloso, barcelonés de raíz) es que, sin quererlo, «descubre el engranaje de la ciudad» y se da cuenta de que «es de cartón piedra». La obra -explica la directora, Julia Barceló– no ha querido «tirar de biblioteca» y plantea cuestiones como de quién es la ciudad o qué implica el año 2015 estimó Barcelona, siempre partiendo desde la ciudad que ellos han conocido, de los Juegos hasta hoy. Pero, sobre todo, muestra cómo un ciudadano se encuentra, de repente, con una realidad completamente desconocida. «Un impacto como el de Ciutat Morta, cuando te das cuenta que hay muchas cosas de tu ciudad que no conocías».

En un Maldà invadido por 300 balones de playa negros (escenografía de Pol López) y el humor propio de los solitarios, el Jasó Pau Vinyals interpela directamente al público y «se pelea con su propio patetismo». De fondo resuena aquel lema del 15-M: «No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros». Y es que, para Vinyals, el conflicto de en Jasó es la pérdida de los referentes de niñez y el dolor «de sentirte excluido» y ver que «es tu ciudad que no te quiere». En este caso, sin embargo, «él preferiría no darse cuenta de nada y no tener que enfrentarse a la realidad». O para decirlo rápido: «no habría votado la Colau». Aún así se verá huyendo hasta la playa -«un espacio de reflexión»-, donde se encontrará, precisamente, otra dura realidad: la de los sin papeles que intentan llegar a Barcelona en busca de un futuro digno. Una ilusión también de cartón piedra y la consistencia del papel de fumar.

Texto: Mercè Rubià / Fotografía: Cia Solitària

 

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Periodista. Teatrera. Enamorándome de la danza y del circo. Advertencia: Si la mayoría de mis recomendaciones tienen muchos aplausos no es por falta de criterio (que quizá también), si no porque prefiero hablar de las obras que me gustan. Muy lejos de querer hacer (o ser) crítica.

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