Por Albert Martí
El Aquitània Teatre ya ha anunciado que prorroga Kràmpack, una comedia que vuelve a resultar todo un éxito más de dos décadas después de su primer estreno. Hemos hablado con Jordi Sànchez, su autor y protagonista original.
TEATRE BARCELONA: 24 años de Kràmpack, la primera cosa que hacías en teatro y con un éxito brutal. ¿Te sentiste desbordado?
JORDI SÀNCHEZ: No, desbordado no. Me sentí ilusionado. Era la primera cosa que hacíamos y lo hacíamos con muchas ganas. No podíamos saber que tendría el éxito que tuvo pero no, no me sentía desbordado. Fue tan bestia que nos encontramos que salieron como cuatro o cinco productores para hacer la película. Ahora bien, fue un éxito muy grande en Barcelona, pero en Madrid fue un fracaso. No teníamos presupuesto para hacer promoción.
¿Kràmpack es una obra generacional?
Sí, podríamos decirlo así. Responde a un momento dado y hacíamos esto porque hablábamos de estos temas y nos importaban: el amor, el descubrimiento de la sexualidad…
¿Te resuenan estos temas y descubrimintos 24 años después?
Supongo que sí, al final hablo del mismo. Ahora, por ejemplo, estamos haciendo otra cosa con Pep Antón Gómez que habla de relaciones laborales pero, en aquel momento, hablábamos de esto porque es lo que nos apetecía. La propuesta de volver a hacer Kràmpack parte de los propios actores y actrices que lo están interpretando, así que ha estado más sencillo.
Sin embargo, ¿lo habéis adaptado a nuestros días?
Bien, se han hecho pequeñas modificaciones: las pesetas han pasado a ser euros o hemos sacado referencias al servicio militar. También hemos vigilado un poco en cómo hablábamos de según qué temas, ahora todo el mundo está más a la que salta. Hablando con Pep decidimos sacar algunas frases que hablaban de una manera concreta sobre la homosexualidad, no era nada ofensivo, pero queríamos evitar entrar en polémicas. No lo sé, tendremos que mirarlo bien… si hacemos la versión castellana quizás lo mantenemos.
Te gusta explicar historias desde la comedia, porque desde el drama no te sales, en palabras tuyas. ¿Cómo funcionan, en tu caso, los mecanismos del humor? ¿La realidad entra mejor?
No sé cómo funcionan, es mi manera de explicar historias. El drama no me sale, no. Parto de referentes que conoces y de cosas que tienes ganas de explicar y que te importan… a ver, ¡si haces obras de asesinatos no! (ríe)
¿Te importa lo que puedan decirte en las redes sociales?
Es muy desagradable que 800 personas te insulten, está claro. Y es muy pesado, día tras día. Me costaría trabajar como los profesionales que se nutren de la realidad inmediata para hacer su trabajo, como Andreu Buenafuente por decir alguien. Yo he decidido no opinar de nada, públicamente. Una vez en Facebook hice una publicación contra la tauromaquia y me cayeron muchos palos y comentarios diciéndome de todo. Ahora me callo. No quiere decir que no lo siga pensando, solo que ya no lo digo.
Volvemos a los inicios. En aquel momento, dejabas tu trabajo de enfermero, entrabas en el Institut del Teatre y Sergi Belbel te llamaba para hacer El Mercader de Venecia. ¿Pensaste, entonces, que serías actor?
No, no pensé que sería actor. Pensé que me podía ganar la vida y tener dinero y aunque no lo parezca, esto es un paso muy importante. Hasta entonces hacía sustituciones de enfermero en el Vall d’Hebron que me permitían poder hacer castings y ensayar. No, no pensé que sería actor, solo que, ahora sí, podía hacer lo que me gustaba.
Hace un tiempo comentabas que te era complicado compaginar los rodajes televisivos y cinematográficos con el teatro como actor. ¿Te gustaría subirte más al escenario?
Bien, tengo el trabajo entre Madrid y Barcelona y la familia en Barcelona. Es complicado. Trabajo cinco meses el año haciendo la serie de televisión, tengo un horario privilegiado y después puedo concentrarme en escribir, en los otros rodajes… No lo echo de menos, en la vida vas eligiendo y este equilibrio, de momento, es el que me funciona.
En los últimos 4 años has hecho un total de 11 películas estrenadas, como actor y actor de doblaje. ¿Te estás convirtiendo en un hombre de cine?
No sé si soy un hombre de cine, vas evolucionando, ¿no? Vas viendo que puedes hacer otras cosas que, hace unos años, quizás no veías factibles. Son diferentes caras de una misma moneda.
Y la salud del teatro, ¿cómo la ves actualmente?
Siempre ha estado en crisis, ¿verdad? Entonces, ahora supongo que no es nada de nuevo… A mí, personalmente, me cuesta estrenar en Barcelona, voy haciendo funciones en otros lugares pero todavía me cuesta asentarme aquí, es complicado. Pero bien, ahora están estos chicos haciendo Kràmpack y es muy ilusionante ver toda la energía que ponen y cómo se la hacen suya, la gente viene y se ríe…
¿Te sorprende que la reacción del púbico siga siendo tanto positiva como entonces?
La gente sigue relacionándose, pensando, sigue buscándose, tiene dudas y problemas… No me sorprende.