Per Jordi Vilaró
Vincenzo Bellini, exponente del romanticismo operístico temprano, es considerado el compositor belcantista por excelencia. A pesar de una música orquestal algo rudimentaria, las óperas bellinianas son extraordinarias en cuanto a la melodía y la armonía. El canto belcantista es elegante, con una línea musical larga y sin muchas repeticiones, pero de una belleza que lo hace fácilmente reconocible al oído. La célebre y bellísima aria A te, o cara, amor talora, del primer acto de I puritani, es el claro paradigma de aria belliniana.
I puritani (1835) es la última ópera de Bellini y el compositor la compuso con la intención de estrenarla en París. Quizás es gracias al consejo que recibió de Gioachino Rossini (“hace falta que usted supere la pobreza orquestal de sus óperas, puesto que para triunfar en Francia no hay bastante sólo con melodías bellas”), pero esta ópera contiene la orquestación más rica de todas las óperas bellinianas, tal como se puede comprobar en la apertura, en la introducción musical de la segunda escena del segundo acto y, sobre todo, en la orquestación al inicio del acto tercero. El argumento de la ópera es claramente romántico: la obra se sitúa en la Inglaterra del siglo XVI, en plena Guerra Civil entre los realistes de Carlos I y los puritanos de Oliver Cromwell. Lord Arturo Talbo (caballero realista) se enamora de Elvira, hija de Lord Gualtiero Valton (caballero puritano), la cual al inicio de la ópera iba a casarse a regañadientes con el caballero puritano Lord Riccardo Forth, puesto que ella estaba enamorada de Arturo. Aun así, gracias a la intercesión del tío de Elvira, Lord Giorgio, los puritanos aceptarán que Arturo se case con Elvira.
El conflicto romántico, no obstante, no se centra tanto en el enfrentamiento de Riccardo y Arturo por Elvira, sino la elección ética de Arturo entre el amor que siendo por su prometida o la fidelidad a sus ideas, puesto que en un momento dado de la obra se verá forzado a huir del lado de Elvira si quiere salvar la vida de su reina (Enrichetta Di Francia), la cual se encontraba prisionera de los puritanos. Arturo salva la reina, pero es capturado por los partidarios de Oliver Cromwell y condenado a muerte por traidor. En el último instante antes de la ejecución llega un indulto del mismo Cromwell como medida de gracia por haber ganado la Guerra Civil. La ópera, pues, acaba con un inusual happy end, puesto que los dos enamorados se salvan y acaban juntos.
Son numerosos los momentos musicales memorables de esta ópera. A la mencionada aria de Arturo A te, o cara, hay que añadir la extraordinaria aria de locura de Elvira al encontrarse abandonada por Arturo, Qui la voce sua soave mí chiamava, la bella aria inicial de Riccardo al no poder casarse con Elvira, Ah, per sempre io ti perdei, el rítmico e inusual dúo entre Giorgio (bajo) y Riccardo (barítono), Suoni la trompa e intrepido, o el ya más usual entre los dos enamorados, Arturo y Elvira: Vieni, fra queste braccia. Moment apart mereix el Credeasi, misera, momento en que el tenor tendría que entonar un estratosférico fa sobreagut, pero que muchos tenores declinan hacerlo (¿nos lo ofrecerá Javier Camarena?)
El montaje que llega al Liceu es una coproducción de la Ópera Nacional de Gales, la Ópera Nacional de Dinamarca y el mismo Gran Teatre del Liceu, y se estrenó el 2015 al Welsh Millenium Center de Cardiff. La dirección escénica va a cargo de Annilese Miskimmon, una directora norte-irlandesa que entró con fuerza a la escena internacional al festival de Glyndebourne de 2015 con una Madame Butterfly que no dejó indiferente nadie. Su imaginación e inteligencia escénicas representan una garantía de calidad para cualquier producción. En cuanto a la dirección musical, este golpe no tendremos al belcantista de los últimos tiempos del Liceu, Riccardo Frizza, pero habrá otro experto en la dirección de Bellini y Rossini, Christopher Franklin, al cual ya pudimos ver dirigir hace dos temporadas el Otel·lo de Rossini en el Liceu.
En cuanto al apartado vocal, uno de los grandes atractivos de la temporada es volver a disfrutar de la maravillosa voz de Javier Camarena. El cantante mexicano es uno de los mejores tenores líricos ligeros del mundo y su canto es elegante, refinado, con un centro sólido y un agudo de los que la gente espera con muchas ganas. En el segundo repertorio, el tenor tinerfeño Celso Albelo, de agudo fácil y espectacular, es también un buen especialista en bel canto.
Si Camarena es el atractivo masculino principal de este montaje, no menos atractiva resulta la protagonista femenina: la soprano sudafricana Pretty Yende, que será la encargada de interpretar Elvira, es una belcantista de pies a cabeza, con un canto majestuoso y un agudo imponente, tal como ya demostró en el Liceu en 2015 interpretando una fantástica Norina en el Don Pasquale, de Donizetti.
Por otro lado, siempre es un lujo para cualquier montaje operístico poder contar con al barítono polaco Mariusz Kwiecien, aquel fantástico Don Giovanni que pudimos disfrutar hace dos temporadas en el Liceo y que ahora se pondrá en la piel de Lord Riccardo. Hay que añadir todavía al elenco vocal Marko Mimica, un bajo clásico italiano con una voz sólida y potente que hará el papel de Lord Giorgio.
I puritani es una ópera de una musicalidad extraordinaria –sin duda, la mejor ópera de Bellini– y pide de un repertorio de calidad. Lo que nos ofrece el Liceu en este montaje sin duda parece que estará a la altura del reto.