ENTREVISTA

Guillem Albà: "El teatro compite contra el Barça o Netflix, pero también contra la vida"

Rubén Garcia Espelta

Guillem Albà (Vilanova y la Geltrú, 1985) es payaso, pero sobre todo es un trabajador de la cultura incansable y vitalista, un valor que ha heredado de su familia artística y de sangre: L’Estaquirot Teatre, compañía referente del teatro familiar en activo desde 1973. El espíritu de clown le viene, sin embargo, de uno de los grandes: Jango Edwards. Entre sus trabajos se encuentran piezas como Trau (2012), Marabunta (2014), Calma (2019), Jaleiu (2020), Ma solitud (2022) y ha trabajado con Love of Lesbian, Clara Peya o Txarango. Ha codirigido la aclamada adaptación teatral de Canto jo i la muntanya balla, colabora con Albert Om en RAC1 y ha presentado programas como Celebrem! (2021) en TV3.

¿Por qué eres payaso?

Empecé a hacer teatro por la tradición artística familiar, aunque nunca me he sentido forzado a hacerlo. Empecé a formarme y descubrí que me gustaba la comedia. Pero todo surge cuando conozco a mi maestro, Jango Edwards. Me llevaba a actuar con ellos por el mundo y me enseñó que en esta profesión debe ser humilde y dejar los egos atrás. En mis inicios siempre me llamaba y me preguntaba: ¡Guillem! ¿Cuál es la palabra importante?’ y yo decía ‘Humilidad’. Me dio a entender que ser clown es dar a la gente, ayudar a las personas.

Guillem Albà con Jango Edwards

Con los años, a medida que trabajamos y trabajamos, he aprendido que controlar el ego me hace vivir mejor y más tranquilo. Me dicen cosas muy bonitas, pero no me lo tengo nada creído. Para mí lo importante es currar mucho para que al público le guste, con eso ya tengo suficiente. Jango me enseñó a tomar riesgo, salir de la zona de confort, experimentar constantemente y rectificar. Tomar este riesgo hace que el espectáculo esté más vivo y cada función sea diferente.

Algunas personas utilizan la palabra payaso como un insulto. ¿Cómo lo llevas?

Mira muchas veces me lo ahorro de decir para no eternizar conversaciones, prefiero decir que soy actor. Recuerdo un día con un amigo que nos preguntaron la profesión y él respondió que yo era payaso y no lo creían, pensaban que me estaba insultando. Mucha gente tiene un concepto muy reduccionista de lo que ser un payaso y lo entiendo, en la vida hay tantas y tantas cosas como para saber que es exactamente un payaso. Quizás esa persona no lee TeatreBarcelona, quizá sólo lea revistas de coches. El teatro no compite sólo contra el Barça o Netflix, compite con la vida.

«Ser clown es dar a la gente, ayudar a las personas»

La Navidad para muchas personas es motivo de alegría, pero también hay quien lo pasa mal. El humor es terapéutico.

Cuando actúo no sé quién tengo delante, ni de dónde viene ni si estar alegre o triste. Una de las cosas que me animó a ser clown es cambiar a la gente o, al menos, su estado de ánimo. Me han dicho cosas como: “Hacía tiempo que no se reía tanto”, esto es bonito y es a la vez muy triste porque no me gusta pensar que alguien hace tiempo que no se ríe. Hay personas que una vez terminado el espectáculo me cuentan que han salido de un cáncer, que tienen familiares en el hospital o que simplemente quieren darme un abrazo sincero. Ver que hay gente que sale del teatro mejor de lo que ha entrado es muy bonito. Esto es lo que busco.

Y a ti, ¿qué es lo hace reír?

Seguramente ahora, cuando voy a ver un espectáculo, me río más porque pienso menos con el ego y estoy más abierto. Cuando viene gente de la profesión a ver el espectáculo y los veo serios los echaría del teatro. No juzgo que no guste, puede pasar ya mí me ha pasado, pero éstas son personas que saben perfectamente que significa trabajar en esto y que hay que picar mucha piedra. Debemos ayudarnos más, estas actitudes tienen mucho que ver con los egos que se respiran en este sector.

El público y Guillem Albà en ‘Marabunta’

¿Cómo es Guillem Albà en su faceta de clown?

Con los años he ido encontrando mi forma de hacer. Seguramente al principio me basaba más en mis referentes, pero ahora hago una mezcla de lo que he aprendido: un clown contemporáneo, sin nariz ni maquillaje y que también interpela a los adultos, que es también lindo, menos naíf y más provocador, que utiliza más o menos palabras, a veces más loco otras más poético… He aprendido a saber cuáles son mis límites y cuáles son las barreras que no puedo traspasar especialmente con el público. Soy respetuoso y juego sólo con quien quiere jugar, pruebo y valoro hasta dónde puedo llegar. No me gusta forzar las cosas.

¿Es una vocación o es una forma de ser?

En el escenario cojo muchas cosas de cómo yo soy, pero fuera soy una persona tímida. Soy como los espectáculos que hago: tengo una parte más Jaleiu, más alegre, pero tengo otra más calmada e introvertida.

Unos referentes importantes para ti son tu familia. ¿Qué has aprendido de su profesión?

Más cosas de las que soy consciente y que trato de recuperar conscientemente. Cuando era joven me centré mucho en el clown y de manera inconsciente me fui apartando del teatro de títeres que hacía la familia, pero he perdido el miedo a acercarme de nuevo ya aceptar de dónde vengo. De hecho, en mi nuevo espectáculo Ma solitud hay clown, pero sobre todo hay muchos títeres y me encanta.

Guillem Albà de niño con su familia, de sangre y artística: El Estaquirot Teatre

¿Ma solitud es un regreso a tus orígenes?

Totalmente. En un ensayo con público vino Sergi López, que es como un tío, y todo sorprendido me dijo: «Estás haciendo lo que hacían tus padres cuando empezaban», me dijo. Pero más allá de lo artístico, mi familia me ha enseñado a ser humilde. Ellos siempre han dicho que no son artistas, son trabajadores del espectáculo. Son personas que han dedicado más tiempo a crear que a reunirse en políticos. Con la suya una trayectoria, de 50 años, si se lo hubieran propuesto quizá L’Estaquirot Teatre sería una compañía más reconocida, con una cruz de Sant Jordi, más subvenciones y, quizá, la tele les dedicaría un documental como han hecho con otras productoras. Pero ellos lo que querían es actuar. Estas cosas me han hecho como soy, me gusta entender el teatro como lo hacen ellos: de forma artesanal.

«En el escenario cojo muchas cosas de cómo yo soy, pero fuera soy una persona tímida»

Ma solitud es un espectáculo diferente a todo que has hecho hasta ahora: de pequeño formato y con una duración de sólo 25 minutos.

Sí, es un espectáculo más poético en el que las manos son las protagonistas con un aforo pequeño, aunque se adapta a cada espacio. Aquí me interesa que el público pueda captar los pequeños detalles de cerca como las miradas o los gestos. Me apetecía también jugar con títeres y con el clown, pero con una energía más calmada, con unos gags más sutiles, con menos materiales… Sí, es un cambio.

La música es también importante en tus espectáculos.

Sí. Estudié música hasta que lo dejé porque costaba demasiado dinero y me decanté por el teatro, pero la seguí practicando de forma autodidáctica. Siempre ha estado muy presente en mis espectáculos y siempre he querido que sea origina y creada por la ocasión. Creo que es un elemento que debe cuidarse igual que se cuidan el resto de elementos de un espectáculo, como el vestuario o la escenografía. En Ma solitud, la música es un elemento muy importante que Pep Pasqual ha trabajado de manera muy artesanal. De hecho, es una de las cosas que más gusta del espectáculo. Me gusta cuidarlo.

‘Ma solitud’ de Guillem Albà. Imagen: David Ruano

Justo después de la pandemia en una entrevista lamentabas la poca presencia de la cultura en televisión. En poco tiempo llega el programa Celebrem! , una gran aventura con gran participación de la gente de la cultura, pero con una duración más bien limitada.

Normalmente, se pone el dinero como excusa, pero dinero hay o saca de donde sea. Creo que debe cuidarse más la cultura en los medios. Me parece genial que haya programas culturales intelectuales o modernos, deben estar ahí, pero creo que a menudo acaban interesando sólo a la gente del mismo sector. ¡Con Celebrem! intenté no centrarme en el público del sector para poder llegar a otros públicos. Con el tiempo veo cosas que se han mejorado como la presencia en el Telenotícies, pero, por ejemplo: no sé si existe, pero pienso que en el nuevo Super 3 debería haber una agenda semanal con todo el teatro que pueden ver los niños y las niñas. Hay miles de actuaciones en toda Cataluña.

Volviendo al programa, la televisión trabaja con unos formatos y ritmos que hace complicado mostrar o contar cosas que en directo el teatro nos permite hacer. En Celebrem! lo defendimos de la mejor manera que pudimos. Fue una experiencia muy intensa e interesante, pero nos faltó continuidad y mayor margen de error. Hicimos una locura con muy pocos recursos y todo el mundo, más o menos, cobró. Repetiría la experiencia pero con el espíritu de poder mejorarlo.

Y con más recursos.

Totalmente. Pero ocurre lo mismo con el teatro. He podido experimentar y hacer muchas cosas con espectáculos con recursos como el Canto jo i la muntanya balla, pero muy rara vez en proyectos propios. Hay pocos teatros dispuestos a poner dinero, no nos hacen demasiado caso.

¿El género clown no se toma en serio en el sector?

No. ¿Por qué no puede ir un espectáculo como Jaleiu en el Teatre Lliure, pero sí en el Teatre Victòria o en el Borràs? ¿Por qué es más familiar, da risa y es alegre…? Los teatros públicos como el TNC o el Mercat de les Flors tienden a centrarse en un tipo de espectáculos concretos, pero, como tales, deberían ser espacios abiertos a todo, independientemente de los gustos de su dirección artística. No se puede echar de un teatro público un género concreto porque entonces también renuncias a una parte del público oa una franja de edad concreta. Después nos inventamos cosas raras para llevar a los jóvenes al teatro, pero lo que hace falta es hacer cosas que les gusten y que conecten con ellos. Un adolescente me dijo en Valencia, después de ver a Marabunta: “Veníamos a ver teatro… pero eso que hagáis no es teatro, ¡esto mola!”. A mí me gusta hacer teatro para todos, pero especialmente para ese público que nunca va el teatro, hacer que pasen un buen rato y hacer que vuelvan y que se interesen también por otras cosas. Quizás un espectáculo muy denso no sería la mejor opción para introducirse en el mundo del teatro, lo mismo puede ocurrir con la poesía. Estaría encantado de ser ese primer escalón, pero para hacerlo primero es necesario que se apueste.

Si nos fijamos en tu agenda no paras: nuevos espectáculos, formaciones, giras, temporada en Madrid, la radio… Un poco de Calma, ¿no?

[ríe] Tengo una lucha constante por encontrar la calma y por saber porqué estoy trabajando tanto. Supongo que lo hago porque me encanta y apasiona este trabajo, la línea es fina. A través de la radio o tele encuentro otras formas de llegar y poder aportar cosas al público. También me han propuesto hacer un libro. Aprendo mucho de todas estas experiencias. Apuesto especialmente por los proyectos propios y suelo dejar en un segundo plano propuestas las que no lo son, a menos que me interese mucho trabajar con alguien en concreto.

Albà colabora regularmente en el programa ‘Islandia’ de Abert Om en Rac1

Para terminar ¿con quién te gustaría trabajar próximamente?

Me encantaría con John Cleese, pero es difícil. Realmente me gustaría dejarme llevarme por alguien que no tenga nada que ver con mi mundo como Julio Manrique, Pepping Tom o Mago Pop, seguro que encontramos puntos de encuentro interesantes.

Puedes ver a Guillem Albà en:

Escrito por

Periodista y gestor cultural. Responsable de contenidos editoriales de TeatreBarcelona.com. Ha trabajo en medios como Catalunya Ràdio, El Periódico de Catalunya, La Xarxa, Ràdio 4 o Rac1.

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