Para unos es la obra más erótica y sexual de Shakespeare, para otros una comedia romántica de festival de fin de curso y para Joan Ollé, la más lúcida… y una pesadilla. El somni d’una nit d’estiu llega a la Sala Gran del TNC con 18 actores y un músico en el escenario.
Actores consolidados como Mercè Arànega, Victòria Pagès, Lluís Marco, Enric Majó o Xicu Masó junto a los nuevos talentos, los jóvenes Pau Vinyals, Albert Prat o Clàudia Benito. En total, 18 actores, un músico (Dani Espasa) y 30 técnicos bajo la dirección de un hombre al que no gusta Shakespeare, Joan Ollé, acompañados de un bosque, un taller de artesanos y Atenas en una escenografía fantástica de Sebastià Brosa. Podría ser un sueño, casi ciencia ficción con el panorama teatral actual, pero no lo es. Es una pesadilla. Una pesadilla llamado El somni d’una nit d’estiu, el Shakespeare más representado en los festivales de fin de curso de las escuelas e institutos anglosajones pasado por la lupa de Ollé, que de responder «Albertí, teatro familiar todavía no me toca!», ha pasado a considerarla la obra más lúcida del autor: «una pesadilla profundo de una noche de amor». Y eso que, explica, nunca le ha gustado Shakespeare porque «no lo entiende» y además nada más comenzar ya tienes la batalla perdida porqué «siempre será más joven, más sabio y más inteligente».
La misma lectura hace el traductor Joan Sellent, que explica que cuando gratas «esta comedia romántica aparentemente de hadas y duendes», cuando estableces una relación íntima con el texto, te das cuenta que «hay cosas bastante oscuras e incluso un componente de crueldad» con un «gran revuelo poético». Una poética que asegura que el director ha respetado escrupulosamente, casi de manera obsesiva, encomendada y compartida por unos actores que acompasan, incluso, el movimiento con el verso.
El teórico polaco Jan Kott defiende que es la obra más erótica del inglés y «un texto de una prodigiosa modernidad» que provoca «un violento contraste entre la locura amorosa, que libera la noche, y la censura del día, que obliga al olvido». Una visión que Xavier Albertí compartía la presentación de temporada, donde destacó que en la obra se muestran «las pulsiones sexuales de la adolescencia, a partir de las cuales se fabrican los mecanismos de perversión de nuestra sociedad» y donde se muestra «el mundo del inconsciente no controlable».
COMO UN GINTÓNIC A LAS 5 DE LA MAÑANA
Para Sellent, que considera Shakespeare un precursor de Freud, este inconsciente es Puck, el duende que con sus flores obliga a los mortales a enamorarse del primero que vean en despertarse. Para Ollé, sin embargo, estas flores «tienen el mismo efecto que un gin tonic en el Luz de Gas a las cinco de la mañana», es decir, que a veces sólo hay que dar un pequeño empujoncito para elegir el amor equivocado.
Pero recapitulemos. ¿Qué pasa en la obra que hace que haya tantas lecturas? Estamos en la Atenas ya democrático -cuna del teatro- y el duque de Atenas y la reina de las Amazonas están ultimando los últimos detalles de la boda. Toda la ciudad está de fiesta, excepto Hermia y Lisandro, dos enamorados con una historia condenada al fracaso por la oposición del padre de ella, que quiere casarla con otro joven. Ambos deciden huir al bosque, pero el bosque también tiene sus propias leyes y vivirán «una pesadilla brutal, lleno de mentiras y humillación». Aunque quizás es la única opción, porque las leyes de Atenas son claras: son los padres quienes deciden con quien se casan sus hijos, bajo duras penas en caso de desobedecer.
Texto: Mercè Rubià