El Círcol Maldà reivindica la tradición oral mallorquina con cuatro miradas sobre las Rondalles: Al cel mos vegem tots plegats, un ciclo de lecturas escenificadas a cargo de cuatro actores que contarán, cada función, con un director diferente, baleares todos ellos.
Pasiones, disquisiciones morales, sang i fetge, misterios, una imaginación desbordada y un humor que a menudo es escatológico. Todo aderezado con una cata de productos de la tierra que acompañará cada función con sobrasada, paté y vino mallorquines. La coordinadora del ciclo, Catalina Florit, se pondrá al lado de los intérpretes Antonia Santiago, Salvador Miralles y Àlvar Triay para dar vida a unos héroes «que tienen mucho de antihéroes» para acercar la historia cultural y el carácter que transmiten estos relatos, explica. Joan Manuel Albinyana, Joan Yago, Assun Planas y Carlota Subirós son los cuatro directores que presentarán, de uno en uno, sus montajes a los Cabarets del Maldà, los lunes de entre el 15 de junio y el 6 de julio.
Las rondallas (o rondaies) son cuentos de tradición oral y popular que se han explicado de padres a hijos durante generaciones y generaciones. Mossèn Antoni Maria Alcover los reunió en 24 volúmenes a finales del siglo XIX, bajo el seudónimo de Jordi des Racó: Pero no fue sólo un trabajo de defensa del folclore y la cultura mallorquines, sino que también tiene un componente de interés filológico, de recuperación de un lenguaje rico y arcaico relleno de expresiones populares mallorquinas. Una obra literaria «muy relevante y probablemente la más famosa de la isla de Mallorca», pero bastante ausente en la parte continental del mar: «¡No puede ser que sean tan desconocidas!», Exclama el director artístico del teatro, Adrià Aubert.
SHAKESPEARE A LA MALLORQUINA
El ciclo se dirige a los adultos para romper el habitual vínculo que entiende los cuentos como cuentos para niños. «Es un imaginario muy peculiar, mezcla cosas muy reales y muy crueles con voladas que no se sabe de dónde han salido», describe Florit. Y es que el argumento es uno de los puntos fuertes, ya que son historias donde «puede pasar de todo», y que hablan de grandes pasiones, «como las obras de Shakespeare», señalan. «Al igual que en las comedias de Shakespeare, hay personajes que no vuelven a aparecer o pequeñas incoherencias que crean mucho misterio», todo ello ligado con una trama de pasiones –como, por ejemplo, los amores y traiciones fraternales de La flor romanial– .
Podemos encontrar ingredientes presentes en cualquier serie moderna: «tienen personajes muy potentes, quizás no de manera profunda pero sí muy bien dibujados». A menudo, los nombres de los personajes están asociados a un patrón de «buenos y malos» y mientras na Catalineta se la heroína, na Catalinota es la antítesis burda, relata Miralles. Como muchos cuentos populares, las sustentan las lecciones morales de una fábula… pero a la mallorquina: «Hay momentos bestias, pasan cosas sádicas pero lo explican con un aire despreocupado que puede sorprender», relata Florit, que sigue bromeando:» Y todo con expresiones dejadas… en las que los mallorquines nos reconocemos».
«Cuando se deja de lado la fábula, voces que hablan de cosas muy concretas, de la vida. Por ejemplo, la fábula de Pere poca por–que se podrá ver en Maldà– llega a la conclusión de que ‘el miedo es desconocimiento’. Demuestra que cuando empiezas a conocer algo pierdes el miedo», explica Aubert. «Todo lo que hay detrás es muy potente», concluyen, con unanimidad.
EL PODER DE LA PALABRA
Su carácter popular define la estructura: Alcover inicia los relatos con referencias a quién le explicó el cuento (que confieren también un mapa de las diferencias entre los pueblos de Mallorca), y como clausura, la mayoría terminan con una misma frase: «Y todavía están vivos si no están muertos, y en el Cielo nos veremos todos juntos».
El espectáculo recupera «el poder de la palabra», en el que se basan también los cuentos, que apelan a la imaginación del receptor, recreando todo este imaginario en la cabeza del oyente. La refuerza una escenografía ligera y fresca que quiere evocar paisajes y elementos de la isla–a cargo de Elionor Sintes–, como las chumberas, una ventana típica, los jilgueros … Las cuatro funciones tendrán esta escenografía en común, pero presentarán cuentos y miradas diferentes que son «interesantes que seguir». En definitiva: un espacio de la tradición catalana que no es habitual de nuestros escenarios y que remite a «la tradición oral, que al fin y al cabo es de donde nace el teatro», reflexiona Triay.
Para información sobre horarios y entradas, consulta la ficha del espectáculo:
Texto y fotografías: Neus Riba