Después de años como actriz, directora y dramaturga en diferentes compañías, Eugenia González Rosa presenta su nuevo espectáculo el solitario: Dios, una comedia metafísica y alocada que pretende demostrar (o no) la existencia de Dios en nuestras vidas.
Todo el mundo pasa por algún altibajo importante en su vida. Y cada uno se lo toma de una manera muy diferente. La actriz Eugenia González, después de pasar por una etapa difícil debido a una enfermedad, se empezó a plantear diferentes cuestiones en torno a la espiritualidad. Después de cinco años de documentación, entrevistas, exploración personal y ensayos en solitario, ahora presenta en la Sala Fénix una comedia sobre la necesidad humana de buscar sentido en la vida y conectar con un Poder Superior. Siguiendo su trayectoria artística, siempre alrededor de la Comedia del arte y el teatro popular, se acerca a la existencia de Dios y la presencia de la espiritualidad en nuestras vidas desde la comedia, el absurdo y la ‘hilaridad. Siempre, eso sí, desde el respeto.
«Cada uno opta por creer o no en Dios, pero hay una cosa clara: los rituales espirituales son una ventaja evolutiva del que sólo disfruta el ser humano y que nos ayuda a sobrevivir. Puedes sentir la llamada, o no, pero creo que es una cuestión que todo el mundo se plantea en un momento u otro de su vida. En la obra no hay dogmas ni respuestas, pero sí hay muchas preguntas», explica la actriz y dramaturga.
En un espacio prácticamente desnudo, González se convierte en una mujer, Dolores, que llega a la edad adulta sin ser feliz, en conflicto permanente y muy enfadada. Y es que todo lo que habían prometido a su generación, ya a punto de hacer 40, no se ha cumplido ni mucho menos. A partir de ahí emprende una búsqueda del ser humano que le hará plantearse muchas preguntas a través de un viaje por diferentes épocas y espacios. «La puesta en escena, prácticamente sin escenografía y con un vestuario neutro, quiere desmontar el artificio, buscar la poética y el alma, las entrañas del personaje. Me he querido alejarse de los artificios. Incluso la música es capilla», explica la actriz.
Y todo desde el humor, desde un teatro popular que bebe de la comedia del arte, pero que va un poco más allá. «Yo siempre hago teatro popular, un teatro con vocación 100% inclusiva», explica. «El humor, la comicidad te permite distanciarte suficiente para abordar cuestiones que pueden ser tan pesadas como la espiritualidad, que piden pausa y reflexión». Además, sin embargo, González también comparte «un teatro que hace crítica de la sociedad, con una interpretación muy física y donde el ser humano es el centro», aunque aquí ya no hay máscaras «ni personajes estereotipados» , aunque sí que hay «un espejo deformado». «Creo mucho en eso de decir las verdades a través de la risa», dice. Y quizá por eso González se atreve a hablar de la sociedad actual, pero también de la Iglesia, pasando incluso por temas complicados de abordar como los abusos sexuales a menores o el integrismo.
Texto: Mercè Rubià