La creación colectiva, como fenómeno generalizado, arraiga en épocas en las que es necesario sacudir los cimientos del teatro más institucionalizado. La renovación de lenguajes artísticos, la incorporación de herramientas tecnológicas en las artes vivas o la necesidad de empezar a trabajar en un sector que en ocasiones parece no confiar en los talentos en emergencia son demandas actuales que comportan necesariamente cambios. También la horizontalidad que define a muchas de las compañías jóvenes se deriva, quizá, de una crisis de jerarquía, pero también de la necesidad de muchos intérpretes de ser sujetos creativos.
“El teatro es un hecho colectivo que debe apelar al momento presente desde distintos puntos de vista. Construir discursos entre todas ellas nos permite contraponer opiniones y generar debate durante los procesos creativos”, dice The Followers, una compañía de mujeres jóvenes que utiliza el teatro documental y la tecnología digital para apelar al público. «Somos compañías hijas de dos crisis económicas y sociales que nos han hecho cuestionar las figuras tradicionales de dramaturgia, dirección o interpretación», continúa: «Hemos tenido que aprender a hacer de todo sabiendo que no podríamos vivir al cien por cien de nada. Somos una generación cambiante, con intereses diversos y que soslaya las etiquetas, que busca el mejor medio para comunicar un mensaje, sin tener en cuenta si somos una compañía de texto, de gesto, etc.”
“A menudo, y por desgracia, la emergencia y la juventud traen precariedad; y ya que estamos en precario pero tenemos ilusión, lo primero que queremos es estar felices y hacer lo que nos apetezca”, asegura una componente de José y sus Hermanas (creadoras de espectáculos como Los bancos regalan sandwicheras y chorizos o Concurso de malos talentos). En un momento en el que se cuestionan las estructuras piramidales y jerárquicas, la colectividad y la multidisciplinariedad intentan no dejar fuera ni a nadie. “Las compañías jóvenes no eligen ser multidisciplinares, lo son, ya que dominan multitud de lenguajes que utilizan a diario para comunicarse con su entorno. Seguramente la decisión más extraña y complicada para una compañía joven ahora mismo es utilizar sólo la palabra dicha para construir un espectáculo”, comentan desde Hermanas Picohueso (que han creado propuestas como Excalibur i altres històries d’animals morts o P-acte idiota).
La creación colectiva potencia las capacidades de cada persona para que el proyecto sea más rico. Según las Picohueso, los entornos de internet han convertido a la colectividad en la primera norma. “Todo lo que hacemos hoy en día lo compartimos, y las generaciones más jóvenes están cada vez más acostumbradas. Saltamos de pantalla en pantalla, de aplicación en aplicación; tenemos conversaciones con la misma persona por WhatsApp o Instagram y en estas conversaciones no sólo utilizamos las palabras, sino también fotografías, emojis, stickers, gifs o vídeos”. Por tanto, el hecho de que las propuestas teatrales sean cada vez más multidisciplinares no es nada forzado: es un cambio que el lenguaje está haciendo de forma rápida ante nuestros ojos.
Extracto del artículo “Teatro joven y dramaturgias no textuales. Nuevas formas de escritura dramática”, publicado en Estudis escènics. Cuadernos del Institut del Teatre, núm. 47. 2022